|Capítulo 5|

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Año X679. Isla Tenroujima.

Una pequeña niña de cabellos rubios blanquecinos y ojos verdes de cierva corría con el balde para llenarlo de agua en el río. Sus pies descalzos y su vestido gris no resistían más suciedad. Debía darse un baño cuanto antes pero no podía debido a sus tareas pendientes. Debía recoger los zapatos nuevos y el vestido de la tienda para la señorita Zera antes de que su señor se enojara. Sin embargo antes le llevaría el agua fresca a la cocinera.
En su camino se encontró con una ardilla que tenía una pata lastimada y sin pensarlo dos veces se detuvo en su camino.
_Se enojarán en la aldea sino llego a tiempo pero no importa_dijo Mavis hablando con el pequeño animal mientras se arrodillaba.
Como todas las hadas su poder consistía en la luz, era una bendición de la diosa Rae o al menos eso le explicaron. Podían sanar heridas graves y traer de vuelta a la vida los árboles y flores. Además tenían magia de ilusión y ataques ofensivos poderosos aunque no todos la alcanzaban.
Juntó sus dos manos pequeñas y concentró su maná en ellas, el esfuerzo de hacer ese hechizo era un poco alto para una niña de su edad pero lo hizo sin chistar. Segundos después una luz brotó de sus manos y logró sanar la pata herida de la ardilla la cual se alejó corriendo.
Ella sonrió observándola hasta que se perdió en el follaje del bosque. Hasta que recordó que debía llevar el agua de vuelta a la aldea.
_Mavis, eres demasiado distraída_se reprendió a sí misma mientras se ponía de pie y echaba a correr.
Al llegar al río entró hasta que el agua le llegó a los tobillos y tomó toda el agua necesaria. Debía ir con cuidado para que no se cayera. Además era más pesado ahora.
Caminó con dificultad hasta llegar a la aldea, tuvo que hacer varias paradas en el transcurso ya que fue bastante largo. Sus manitas estaban rojas por el esfuerzo y ahora si que necesitaba un baño.
_Niña, tardaste mucho_regañó la cocinera mientras tomaba el balde y se apresuraba a continuar con sus tareas.
_Lo siento, es que hubo una ardilla lastimada en el camino y...
_Eso no importa, el señor quiere que busques la ropa y zapatos nuevos de la señorita. Apresúrate_interrumpió la cocinera y ella asintió en respuesta. No quería hacer enojar a ninguno de los dos. Temía un regaño del señor.
La costurera y el zapatero, una agradable pareja de ancianos le entregaron el vestido y las nuevas zapatillas para Zera. Algunas veces se preguntaba por qué su madre no la había dejado con el señor y señora Martin pero no tenía respuesta a esa pregunta. Su madre falleció hace tres años y su padre murió cuando era un bebé. Estaba sola, sin familia y eso le dolió. Unas lágrimas de tristeza se apoderaron de ella hasta que contuvo la respiración y se dio dos palmadas en sus mejillas. Eso siempre le ayudaba a contener esas gotas saladas que caían de sus ojos. No tenía tiempo para pensar en su mala suerte, solo podía continuar su vida sin remordimientos.
Al regresar a la casa del señor y de la señorita Zera, se dirigió a la habitación de la niña que tenía su misma edad. Tocó con golpes inseguros y suaves con temor a despertar su mal humor.
_¿Qué?_preguntó enojada aquella niña mimada y egoísta. Su carácter daba mucho de que hablar.
_Vine a entregarte esto_dijo Mavis mostrándole el hermoso vestido rosa con volantes blancos y zapatillas de cuero color pastel.
Zera lo arrebató de sus manos y cerró la puerta de la habitación en su cara sin mostrarle modales. Escuchó como decía lo infantiles y pasados de moda del vestido, a ella le parecía hermoso. Daría cualquier cosa por poder vestirlo y desfilar con esos hermosos zapatos. Sin embargo eso solo era un sueño que no se cumpliría.
Después de realizar todas sus tareas estaba agotada, aún así se dirigió al río cuando era tarde para bañarse. El agua estaba bastante fría pero eso no la detuvo de nadar y disfrutar de un buen baño. Se sintió mucho mejor al verse limpia, sin una gota de suciedad.
Salía del río cuando lo vio, el humo provenía de la aldea y el olor asfixiante que se aproximaba a ella lo demostraba. Vistiéndose con prisas decidió ir a ayudar, no podía dejar arder a las personas de la aldea. Corrió tan rápido como pudo, astillas y piedras lastimaron sus delicados pies pero no se detuvo. Los gritos y llantos de los aldeanos fueron cada vez más altos y el fuego fue más visible con cada paso. Vio con horror como asesinaban a todos, incluso a Zera. Recordó a la cocinera y a los amables señores Martin con dolor. Supo que todos murieron al no escuchar nada más que el silencio. Ella solo se quedó allí, escondida detrás de un árbol mientras miraba al bosque sin dejar salir un sonido. Estaba aterrorizada, ni siquiera sabía si respiraba o estaba viva. Solo supo que estuvo allí toda la noche hasta que los primeros rayos del sol comenzaron a salir.

                        •●🖤💛●•

Año X686, Isla Tenroujima.

Hoy era su cumpleaños, celebraría ya su décimo seis cumpleaños en una isla donde su única compañía eran los animales pero no se desanimaría. Estaba viva, había aprendido un montón de cosas en la biblioteca por su cuenta al tener ya una noción de leer y escribir cuando era más chica. Ahora sólo debía continuar con su existencia. La diosa Rae había visitado la isla un día después de la masacre hace siete años, explicándole que al ser la última hada su deber era continuar y proteger la vida misma. Debía amar a todos los seres por igual, sin ninguna excepción. Era por ello que continuaba en esa tierra santa.
_Siento que hoy será un día muy especial_la ardilla en su hombro solo le observó con curiosidad, como si tratase de entender la locura de esa hada.
A lo lejos, en la playa de la isla un barco desembarcó por segunda vez en toda la historia. No era una gran tripulación, solo tres hombres con sed de aventura y ambición.
_¿Dónde demonios estamos, Yuri?_preguntó Warrod a su compañero. Dejar al rubio al mando era un dolor de cabeza.
_Pues...no lo sé_respondió sencillamente mientras sonreía. Su otro compañero lo miró de forma acusadora, Precht no hablaba demasiado pero sus miradas decían mucho.
_Estamos perdidos_habló Warrod  dejándose caer en la arena de forma dramática.
_Tranquilo, la isla seguramente esté habitada y ellos nos darán indicaciones para regresar_dijo Yuri sonriendo de forma despreocupada.
Warrod suspiró resignado a la locura de su amigo. Los tres se dirigieron al interior de la isla, sin saber que habían dado con el lugar más buscado de Fiore. La isla de las hadas, Tenroujima.

~Caricia de Muerte~ Zeref y Mavis. [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora