Entrelazados (Isabela x Male Oc)

Capítulo 11: Retorno

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Pasaron ya 8 años desde el que los Hernández y los Madrigal se vieron las caras por última vez y desde entonces la situación para ambos, no ha sido muy buena.

Los años que la familia pasó en España fueron duros para todos. María comenzó a recibir tratamiento para su dolencia, en cuanto llegó a la hacienda Cortez, eran terapias muy duras que dejaban a la mujer agotada. Los niños tampoco lo tuvieron fácil, Laura fue matriculada en un colegio internado de Suíza, lo que reducía su tiempo libre a cero, además de que las visitas permitidas eran muy escasas. Evidentemente tanto María como Diego se opusieron a que la niña no pudiera disfrutar de su infancia, pero nada pudo detener la voluntad del patriarca de la familia.

Y es que además de ser un gran magnate comercial, a nivel internacional, Fernando Cortez, era una persona manipuladora, egoísta y muy ambiciosa; estaba dispuesto a hacer lo necesario para obtener beneficios, aunque implicase perjudicar a su familia. Su mujer era todo lo contrario, era una señora bondadosa, caritativa y generosa; se prestaba a ayudar a todo el que lo precisase.

Diego por otra parte retomó sus estudios, además de otras actividades como: equitación, esgrima, latín y muchas más. Pronto empezó a estudiar medicina en la mejor facultad del país, obteniendo excelentes resultados y consiguiendo su doctorado. También aprovecho eses años para viajar y estudiar otras culturas por todo el mundo.

A pesar de que la vida le sonreía, durante todo este tiempo se preguntaba a si mismo cómo le estaría llendo a la gente del Encanto, se culpaba por haber abandonado el pueblo y rezaba porque todos estuviesen bien; pero había alguien que no desaparecía de sus pensamientos, por mucho que intentase olvidarla no podía y es que Isabela había llenado un gran hueco en el corazón del chico, le daba ánimos para no rendirse, le brindaba felicidad, le hacía sentirse vivo de verdad.

El joven nunca pudo olvidar a su enamorada, por lo que nunca incumplió la promesa que le hizo. Le escribía prácticamente todos los días, en sus cartas se sinceraba con la joven al completo, muchas veces le enviaba canciones o poemas que el muchacho escribía para ella. Luego Isabela le pedía a su padre que las tocase con la ayuda de su piano y por momentos se imaginaba a su amado cantando y tocando única y exclusivamente para ella mientras la mujer bailaba feliz al ritmo de su canción.

Ambos mantuvieron su promesa durante mucho tiempo, hasta que un día las cartas de Isa dejaron de llegar. Diego se aferró a las palabras que la joven le dedicó años atrás:
"Sois parte de la familia, nunca nos olvidaremos de vosotros".

En Colombia la situación había empeorado, las guerrillas eran cada vez más comunes, los pueblos cercanos al Encanto habían sido reducidos a cenizas, junto con su gente; sólo quedaba el pueblo de Encanto y quién sabe cuánto tiempo le quedará.

Dentro del pueblo las cosas no sufrieron un cambio notable, Alma seguía presionando a su familia hasta alcanzar la perfección, sin importar que les provocase insomnio, ansiedad o estrés entre otras cosas. Isabela que ahora contaba con 20 años, había sido de las principales afectadas por la insalubre obsesión de Alma.

Restringió el uso de su don, limitandola a crear flores; la obligó a cumplir con unos estándares de belleza, rozando lo imposible; limitó sus relaciones con otras personas, impidiendo que tuviese cualquier tipo de contacto con Diego y su familia, Mirabel o con el resto del pueblo. Si alguna vez incumplía estas normas, sería castigada de forma violenta, es decir encerrandola, golpeándola...

Isabela ya no podía más, esa no era la vida que quería, la vida que su tío Bruno le prometió. Quería llorar, quería contarle todo a su familia y a Diego, quería ser libre, quería disculparse con todos a los que ignoró por años, quería poder manejar su vida, quería marcharse a descubrir mundo, quería ser ella misma. Pero eso era imposible, porque si era ella misma ¿Qué pensarían de ella? ¿Qué diría su familia? ¿Qué diría Diego?