30 Days of Baffy!

「🐇」Día 3 - Mudándose juntos.

A pesar de que Bugs era un conejo que apreciaba (y sobre todo, atesoraba) su privacidad, no podía negar que una vez que el noviazgo con Daffy se tornó serio, fue dejando estas ideas poco a poco atrás.

Claro que aún conservaba cada uno su individualidad (véase, Daffy saliendo a altas horas de la noche a bailar música country y Bugs saliendo a PizzaArriba con Porky) pero, era evidente que la cercanía ajena era tan agradable que se deseaba cada vez más.

Y después de analizalo durante un par de días y conversarlo con Duck, llegaron a la decisión de compartir una habitación, como cualquier pareja.

Una vez confirmada la respuesta de su novio, aceptó ayudarlo a empacar sus cosas para moverlas al cuarto de al lado, notando cómo este retiraba sus pósters.

— Oye, Daffy, ¿Pondrás el póster de David Bowie en nuestra habitación?
— ¿Por qué no?— Preguntó, sacando un par de prendas de su armario.— Es el gran Bowie, ¿Quién no lo querría?
— Mmm...

Prefirió evitar la conversación.
Caminó hasta el clóset y sacó poco a poco los objetos, notando uno extrañamente familiar.

Lo tomó con precaución, cuidando de no astillarse y una vez afuera, caminó hasta el emplumado, tocando su hombro.

— Daffy, ¿Aún lo conservas...?
— ¿Qué cosa?

Al girarse, el pato vio a qué se refería.

"Temporada de conejos"

Una sonrisa nerviosa se coló en su rosto y rascó su cuello, apenado.

— Bue... Bueno, tú sabes, soy un acumulador, también tengo...— Caminó hasta el clóset, sacando -por accidente- las orejas que asimilaban a las de su novio.— ¡N-No, estas no!

Volvió a buscar, sacando (nuevamente por accidente) un par de zapatos que intentaban imitar las patas de conejo.

— ¡No es lo que crees!— Intentó excusarse, avergonzado.— ¡Me... Me parecen geniales! ¡¿Es lo que querías oír, conejo pretencioso?!

Sin decir nada, el más alto lo rodeó con sus brazos, sonriente.

— Sí, es lo que quería oír.— Dejó el letrero en el suelo.— Este letrero definitivamente se quedará con nosotros.

Duck se separó, mirándolo de reojo.

— Aunque no tiene sentido, Elmer es un reportero y no un cazador.— Dijo.— Pero... Es... Especial, sí...

Murmuró a regañadientes,  teniendo como respuesta un pequeño beso en su pico por parte del conejo.

— Lo es.

Su rostro se coloreó de rojo; ¡¿Por qué le era tan fácil hacerlo sentir vulnerable?!