「🦆」Día 28 - Cumpleaños.

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Aclaración: Situado en el universo original de los Looney Tunes; véase, de los cortos clásicos.

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Para Daffy, expresar sus sentimientos era siempre complicado.

Y es que, gracias a malas experiencias en el amor, había aprendido a la mala que demostrar cariño, era significado de debilidad.

No quería ser visto así por su novio, Bugs.

Sin embargo, no podía evitar doblegarse -un poco- ante el conejo; era tan amoroso y dulce con él que ceder, era prácticamente una obligación.

Considerado y detallista, como si fuera una novela clásica; así es como describiría su relación con Bugs.

Es por esta razón que, cuando el cumpleaños del icónico Bunny llegó, intentó hornearle un pastel.

Claro que, al tener habilidades culinarias nulas, fue, bueno, difícil.

A pesar de haber leído innumerables veces el recetario, no terminaba de entender cómo lograría que el pastel que estaba en el horno se viera tan bien como el de la fotografía.

— Esto es una estupidez.— Cerró el libro, dejándolo en la mesa.— Esta cosa ya huele bien, la sacaré.

Se colocó los guantes y apagó el horno, bajando la tapa para comprobar que, en efecto, aún no estaba listo.

Miró al reloj de pared y, alarmado por el poco tiempo que quedaba, volvió a encender el horno, metiendo el pastel y subiendo la tapa.
Movió la manecilla al máximo, apresurándose para recoger todo y así evitar que la cocina fuera -aún- más desastrosa de lo que ya era.

Corría de un lado a otro, barriendo y trapeando el piso, esperando a que su novio se tardara un poco en llegar de molestar a Elmer; ¡Algo debía ocurrírsele al idiota del cazador!

Justo cuando terminó de guardar los utensilios, un olor desagradable llegó a sus fosas nasales, provocándole alzar una ceja, confundido.

— ¿Quemado...?— Preguntó.— Pero si no estoy...

Fijó su mirada en el pastel y se llevó las manos a la cabeza gritando, escandalizado.

— ¡Mi jodido pastel!

Corrió hacia el horno, apagándolo y bajando la tapa, tomando el molde, quemándose gracias a la falta de guantes.

— ¡Mierda, mierda, mierda!

Dejó caer el postre, apresurándose al lavaplatos; abrió el grifo y esperó unos segundos a que se juntara agua, mojándose y parando así con el dolor gracias a la quemadura.

— Mmh... ¿Qué hay de nuevo, viejo?
— Ah, Bugs... — Suspiró.— No-

Al darse cuenta de la presencia de su novio, saltó, rompiendo el techo, impresionado.

— ¿Te encuentras bien?

Duck suspiró e hizo fuerza contra el concreto, bajando y cayendo al suelo, golpeándose.

— No, se jodió todo...

Bunny ladeó la cabeza, confundido.

— ¿De qué hablas?

Duck señaló el pastel quemado en el suelo, triste.

— Intentaba sorprenderte, pero no sé cocinar.— Dijo.— Pero, Feliz Cumpleaños, Bugs...

Bajó la mirada, siendo interrumpido por su pareja, quien lo tomó del pico, mirándolo.

— Daffy, con que hayas pensado en alguien que no hayas sido tú en más de diez minutos, es suficiente.— Bromeó, besando la punta de su pico.— Y lo dejaré pasar si...

Interesado, alzó una ceja.

— ¿Sí...?

Lo tomó de las manos, colocándolas en su pecho, acariciándose a sí mismo.

— Fingimos que soy una bailarina erótica y tú un mafioso peligroso.

Giró los ojos y sonrió.
Tener de pareja a un conejo tenía sus ventajas... A veces.

30 Days of Baffy!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora