Cuando me levante en la mañana para desayunar vi que todo lo que había anotado en la lista ya estaba en la mesa de la cocina, muchas cosas, demasiadas, me tomaría mi tiempo en siquiera preparar la pasta y después en preparar el pollo, arroz etc., tendría que apresurarme en tomar mi café para ponerme a cocinar, el café de olla sigue sin gustarme ni un poquito, mucho menos con leche demasiado pura, con todas esas veces que sali no entiendo como no se me ocurrió comprarme un frasco pequeño de café soluble y un litro de leche deslactosada, evidentemente no iba a salir por eso, antes encerrado en el baño que fuera de casa, el calor lo sentía más tolerable, Rudo hacia los labores de la granja sudando bajo el sol de la mañana, cuando regresemos a casa no dejaré que se escape de la cama ni aunque me suplique piedad, mientras dejaba que la cafeína me diera ánimos para soportar la existencia misma acomodaba los ingredientes y miraba algunas recetas de internet para darme una idea de cómo y por donde empezaría, casi terminando mi café fui sacando ollas y sartenes, donde iría preparando las cosas, empecé lavando el pollo, quitándole las plumas que aun tenían, se sentía tibia la carne y la sangre aun goteaba un poco, era pollo bastante fresco, pierna, muslo, pechuga, alas, saldría un caldo bastante bueno con eso, pieza que limpiaba la agregaba a una olla grande de peltre, le agregué cebolla y ajo, lo cubrí con agua y les puse sal y unas ramas de epazote, nada como un caldo bien caliente con una temperatura de 35 grados centígrados, lo puse al fuego y bebi el resto de mi café, tomé una tabla de madera y un cuchillo y empecé a desvenar la mayoría de los chiles, tengo que recordar no tocar ojos nariz ni boca y mucho menos genitales, una nota mental muy importante, después de encargarme de los chiles tosté unos cuantos gramos de ajonjolí que tuvieran ese lindo color dorado, los reserve para más tarde y sacando un sartén lo puse al fuego, también otra olla con agua en el fuego para que se fuera calentando, al sartén le puse manteca de cerdo a que se derritiera y calentara, uno por uno fui pasando los chiles unos segundos para salcocharlos, no mucho rato para que no se amargaran y los pasaba a la olla con agua caliente, los sumergí en el agua que estuvieran todos mojados, regresé al sartén colocando más manteca y friendo cacahuate y almendras, el aroma de los frutos secos era bastante agradable, aunque con los previos residuos de los chiles también provocaba cierto picor en la nariz y garganta, Frei pasas en la manteca hasta que se inflaran y todo lo iba agregando a la olla de los chiles, los cacahuates almendras y pasas, quizás debí utilizar una olla más grande, tenía que freír en manteca tortilla, bolillo y galletas de animalitos y quizás no todo iba a caber, Frei ajo y cebolla enviándolo a la olla, tome un par de plátanos macho, bien maduros, como si fueran osos, les quité la cascara y los rebané para freírlos agregando más manteca al sartén y llevando a la olla, por ultimo Frei las semillas que faltaban, pimienta, clavo, anís, semillas de chile, friendo todo unos segundos y llevando a la olla, al final tuve que cambiar, era muy pequeña y las cosas sencillamente se iban a caer, les puse una cucharadita de canela molida y de orégano molido, muchos aromas deliciosos me daban hambre, los dejé reposar que se hidrataran en el agua caliente, los reservé, el caldo de pollo estaba hirviendo, olía magnifico, acompañado con arroz, aguacate y unas verduras sería un maravilloso manjar, probé una cucharada de caldo para saber si necesitaba más, le hacía falta un poco de sabor, espolvoree consomé de pollo en polvo, una pizca de sal y lo dejé hervir otro rato mientras me daba un tiempo para mí, servirme un vaso de coca frio para combatir el calor que me sofocaba, esos minutos de coca fría y descanso fueron lo que me hacía falta para continuar con la cocinacion, revisé el caldo de pollo nuevamente tomando una cucharada y enfriándola para probarlo, el sabor había mejorado mucho y el pollo tenía buena pinta, imaginármelo bañado con el mole, espolvoreado con ajonjolí y con un arroz rojo y plátanos fritos me hacía agua la boca, apague el fuego de la olla del caldo y mientras aún estaba muy caliente tomé una parte para poner a disolver las tablillas de chocolate y piloncillo, la otra parte del caldo la utilicé para licuar todo lo que había pasado por aceite previamente, licuando poco a poco cada porción dejando una pasta rojiza con un aroma increíble, la pasta que tenía la ponía en una olla con manteca de cerdo derretida al fuego bajo, y repetía proceso, así hasta terminar con todos los ingredientes que habían estado remojándose, al final solo faltaba agregar el chocolate y piloncillo que se habían disuelto en el caldo caliente, lo agregué a todo el resto de la mescla dejándolo de un color más oscuro, era más parecido al mole que conocía bien, le subí un poco al fuego de la olla y fui dejando que hirviera moviendo constantemente para que no se pegara el fondo, podía imaginarme ya el plato servido el aroma de las tortillas calentadas al comal, y me daba tanta hambre, con mucha razón Don Toño me había pedido mole, tan solo imaginármelo se me abría el apetito, el mole burbujeaba un poco y yo movía el fondo por todas partes evitando que se hicieran grumos, mientras removía Rudo entro en la cocina, su playera húmeda de sudor, unos pantalones de mezclilla algo polvosos y un sombrero
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Toma la vida por los cuernos
RomanceUna historia de como se conocen mi Fursona y su novio, y los momentos que les esperan en la vida