Capitulo 11 Las mejores vacaciones

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Admito que las vacaciones en la playa no fueron tan mal idea, de día si era un infierno estar sudando muriendo de calor por el sol abrazador, pero en las noches todo era más frio y fresco, muy agradable, caminar en la playa en la noche, afortunadamente el cielo despejado y la luna, hubiera sido más lindo con luna llena pero no controlo los ciclos lunares, de todos modos se veía increíble la luna reflejada en el mar escuchando ese oleaje relajante y caminando algo retirado de podíamos "comernos" entre nosotros para luego terminar la cena en el hotel antes, en y después de la ducha para quitarse la arena y terminar en la cama con el aire acondicionado refrescando la habitación, no había nada como dormir sobre un toro abrazándolo con fuerza después de un momento apasionante.

En la mañana que yo despertaba después de una buena noche de descanso me estire hasta donde mis extremidades dieron tronando mis huesos, que realmente no son los huesos si no burbujas de hidrogeno que se liberan de las articulaciones pero eso no importa, Rudo no estaba, la puerta del baño estaba abierta y la luz apagada y no se oía ruido, no estaba su teléfono ni sus tenis, hubiera sido divertido imaginar por un instante que me uso y se fue pero todos sabemos que jamás lo haría, en cuanto alguien se me acerque y me diga "buenos días" el toro estará atrás de mi haciéndome pleito, en fin, disfrute de una cama matrimonial para mí solo por unos breves instantes, claro en casa tengo la King Size pero es algo dura, me revolcaba de un lado a otro envolviéndome en las sabanas intentando no pensar en que realmente no las habían lavado y tenían posiblemente la descendencia de muchos otras personas y la propia, era tan placentero estar hecho taco en una cama suave con aire acondicionado me quede acostado un largo rato, la puerta de la habitación se abrió y Rudo entro, se veía un ligero sudado, tenía una bolsas con algo y unos vasos de café del Oxxo, dejo la bolsa en la cama y los cafés en la mesa de noche junto la cama, se acercó a mi besándome, me tomo de la nuca hundiendo su lengua en mi boca devorando mi aliento, fue inesperado, pero increíble

-chaparro traje café y unas garnachas pa'que desayunemos-

- ¿fuiste a comprar comida? -

-Salí a correr y de regreso pasé por algo para que desayunemos-

- ¡¿correr?! ¡¿con este calor?!-

- ¿pus qué? A mí me gusta estar ejercitado-

-Para que quieres estar más grande, si mis bracitos no me dan para abrazarte todo-

se rio un poco, se sentó en la cama abrazándome

-pus yo te abrazo chaparro, na'mas fue un ratito que corrí tampoco voy a correr con este solazo, esta cabrón-

Me levante de la cama estirándome un poco más, abrace a Rudo besándolo una vez más antes de ir al baño, no tarde mucho para desayunar con mi torote, me senté a su lado en la cama recargándome sobre el

-que hacemos hoy chaparro, de que tienes ganas, nah... no se para que te pregunto ni salir vas a querer, vamos a la playa nadamos otro rato, luego vamos a comer a un restaurante de mariscos y pus... -

- ¿hacerme pleito por comprar un raspado?

-oh chingada madre-

Me reí abrazándolo

-hoy vamos hacer todo lo que tú quieras mi amor, hoy me siento de buenas y quiero consentir a mi torote-

Me abrazo con ambos brazos atrapándome completamente besaba repetidamente mi mejilla sonoramente ensalivándome, luego de unos pequeños besos desayunamos antes de que el café se enfriara, comimos lo que Rudo trajo y después el toro se metió a bañar, hubiera preferido que se quedara así, nada me gusta más que mi torote con olor a torote sexy pero bueno, no tengo fuerzas para mantenerlo lejos del baño y soy demasiado flojo para intentarlo, mientras él se duchaba me vestía, y en cuanto el salió solo tomamos nuestras cosas y salimos a caminar bajo ese puto sol asqueroso, estar en las calles era demasiado caluroso incluso para él, ahora imagínense como seria para mí, fuimos caminando por la orilla de la playa en la arena mojada con el oleaje en nuestros pies, recogíamos otra concha, almejas, incluso estrellas de mar que se encontraban varada en la arena y trate de evitar a esas horribles medusas, vimos algunos cangrejos correr por la arena y esconderse, eran tan lindos con sus tenacitas y sus ojitos saltones, nos alejamos bastante hasta llegar nuevamente a las dunas de arena que había, me encantaba subirme y sentarme mirar el mar mientras el viento soplaba, siempre nos establecíamos en dunas cuando iba con mi familia, y claro normalmente nuestra camioneta se atascaba, estando en la cima de la duna de arena nos sentamos Rudo y yo, estábamos solos, no había nadie un par de personas pasaban pero nada más, lo abrace del brazo y me recargue sobre el

Toma la vida por los cuernosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora