Capitulo 23

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No recordaba cuanto disfrutaba estar en mi casa con mi gran cama, con mis pilas de ropa y la comodidad de mi escritorio, amo a mi toro pero yo tenía y reconocía cual era mi hogar, esa sensación de preparar mi café, irme a mi escritorio, patinarme en mi silla de oficina mientras veía el color verde manchado con cadáveres de algunos mosquitos y hormigas que eran aplastados por mi mano, esperando que mi computadora encendiera y cargara dando pequeños sorbos a mi café, eso eran momentos que podía disfrutar, en el departamento de Rudo no tengo mi espacio correspondiente y siendo un zorro de costumbres no me es fácil estar cómodo en un lugar donde no he declarado mi espacio.

Antes que nada necesitaba despabilarme, terminar una o dos tazas de café si era necesario, que mi vista se aclarara y que la cafeína hiciera lo suyo, haciendo lo habitual de siempre mirar mi redes sociales para ver con que pendeja pendejada salía la gente este nuevo día, habiendo ya tomado café y mi cerebro ya estaba un poco más despierto me puse a mis cosas del día, mi lote de toritos estaba hecho, la publicidad en Facebook estaba publicada, ya solo era cuestión de esperar a algún alcohólico pidiera su vicio del sabor que prefiriera, pero hasta que eso sucediera yo estaba libre, el reloj pasaba un poco del medio día, el sol brillaba y daba calor con toda su... inmundicia, despreciable estrella caliente, me cambie de ropa por algo con más estilo y me puse a mirar el refrigerador para pensar en lo que cocinaría para este día

-¡Mijo! ¿qué haces? -

- ¡hijo de tu rechin!... ¡¿Por qué no avisas que estás ahí gato baboso-

Como si fuera tan gracioso mi papá se empezó a reír palmeando mi espalda

-no seas grosero, le voy a decir a tu mamá-

-ni siis grisiri... gato mugroso-

Tomé una servilleta de tela de la cocina y comencé a golpearlo, ponía su brazo para bloquear mi golpe con la servilleta

- ¡ya cálmate!, te quería preguntar si querías acompañarme al centro, tengo que ir a la ferretería por unas cosas para el lavabo de la cocina, ha estado goteando, y un par de focos, ¿me acompañas? -

¿a qué hora vas a ir? Por qué iba a preparar la comida ahora para dejarla lista para más tarde-

-déjalo, podemos comprar algo para comer o comer fuera, así no cocinas, si es que quieres ir-

Comencé a tallar mi mentón preguntándome, si quería salir o quería cocinar y lo más importante, quería comer lo que iba a cocinar, para ser honesto ganas de comer un bistec encebollado o la siempre fiel pero trillada milanesa de pollo con puré de papa no tenía muchas, y negarme a carne al pastor, un pollo rostizado, pizza o tortas, yo no soy la clase de zorro que le dice "No" a unas tortas

-y... ¿que es lo que se te antoja comer fuera? -

-lo que sea, por ahí buscamos un lugar-

-entonces ¿vamos de una vez? Para que me vaya a cambiar, entre que caminamos por el centro nos dará hambre y le traemos algo a tu mamá-

- vamos pues, que muchas ganas de cocinar y de comer lo que hay aquí no tengo-

- me cambio de ropa y me pongo unos tenis y salimos-

Nuevamente me dio fuertes palmadas en la espalda que casi me hacía escupir mis pulmones, me fui a prepararme a mi habitación tomando mi teléfono, no tenía mucha batería pero aguantaría una salida, mi cartera por si quería comprar algo en el camino, mis llaves, cepillé mi pelaje y cabello y me hice una cola de caballo, o de zorro que a fin de cuentas es más hermoso, y tan pronto como termine mi papá llamo a mi puerta listo para salir, de saber que sus planes eran irnos en autobús no me hubiera entusiasmado tanto, tener que estar rodeado de tanta gente, con la posibilidad de no tener asientos y de ir de cara al sol, ugh... el calor era poco tolerable, el ruido era ensordecedor, la música de mal gusto del chofer escuchando banda, los malditos payazos que son tan graciosos como una endodoncia y para colmo exigían dinero como si fueran algún tipo de comediante exitoso, no creo que valga la pena el precio por tener que soportar tremenda panda de imbéciles, algo que es gracioso es que a pesar de mi desagrado al autobús es el único trasporte en el que no me mareo, taxis, ubers, autos sí, pero autobuses públicos no, la parte buena es que tuve mi asiento a lado de la ventana y en la sexta fila donde me gusta, malas noticias, mi papá sentó a mi lado y sus tumores me estaban aplastando y haciendo que mi teléfono y mis llaves se me enterraran en la pierna, la ruta del autobús me daba para oír al menos unas 5 canciones de entre 3 a 4 minutos, cuando bajamos del autobús y fui golpeado por el fuerte aroma de la gasolina de los carros, el humo que sale de los escapes de los vehículos y sonido de decenas de claxon pitando sin parar, no cabía duda que estaba en el centro, solo de tener mis pies en esa calle y respirar un poco el aroma ya estaba mareado, caminamos por la banqueta angosta del centro bajando la calle ligeramente inclinada, esquivando algunos puestos de los vendedores ambulantes y seguimos avanzando hasta donde se concentraban los establecimientos variados, estando ahí entramos a una ferretería algo amplia para no ser una típica de renombre, él se acercó al mostrador para hablar con la persona que atendía mientras yo miraba las herramientas, seguetas, serruchos, martillos, mazos, pinzas, tantos artículos de tortura si se es lo suficientemente sádico e imaginativo y si tienes la rapidez y habilidad para no dejar evidencia alguna de tus crímenes, mi papá comentaba cosas sobre plomería con el encargado, cosas que yo realmente no entiendo, ni el, pero antes de gastar en un plomero profesional prefiere intentar arreglarlo el hasta que lo rompa y tenga que pagar por arreglar lo que hizo, realmente no tengo ni idea de que fue lo que compro, solo vi que llevaba un par de focos ahorradores de luz y algo más dentro de una bolsa de plástico blanca con el nombre de la ferretería, salimos del local y seguimos caminando

Toma la vida por los cuernosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora