Capítulo Trece.

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Italia.

Becca.
— ¿Qué? ¿Qué pone? —Preguntó Kora desesperada.

—Eh...—Balbuceó Jess.

—Jess...—Me acercó con cuidado. - -¿Puedo? —Pregunté y ella me tendió la prueba en la mano. Al segundo tenia a mis hermanos alrededor.

—Negativo. —Anunció Cody.

—Gracias, Cody, todos lo hemos visto. —Andrew le palmeó el hombro.

— ¿Jess? ¿Estás bien? —Le miré preocupada.

—Sí, sí. —Sollozó.

—Toma, anda. —Kora le pasó el rollo de papel y ella le sonrió.

— ¿Quieres que te dejemos sola un momento? —Acaricié su brazo.

—Porfa...—Se limpió la nariz.

—Bien, chicos, vamos. —Los saqué a todos. —Estamos aquí fuera por si necesitas cualquier cosa...—Le sonreí antes de cerrar la puerta.

—Joder, que alivio...—Suspiró Kora.

— ¡Kora! —La miré mal.

— ¿Qué? Es verdad, hubiese sido un marrón a estas alturas. —Se encogió de hombros.

—Bueno, pero guárdate eso para ti. —Le reñí.

—Perdón...—Se disculpó.

Antes de que ninguno hablara, el timbre de la puerta principal sonó.

—No os mováis. —Pedí y bajé escaleras abajo.

—No os mováis, podría ser una bomba. —Oí a Andrew burlarse.

— ¡Yo voy! —Pasé de largo y fui directa a la puerta. Abrí la puerta sin mirar antes.

—Hola, veng...—No le dejé terminar y le cerré la puerta.

—Mierda. —Susurré.

—Yo también me alegro de verte. —Ironizó al otro lado de la puerta y volvió a tocar. —Becca, abre. Sé que estás ahí.

— ¡Becca, abre por favor! —Pidió mamá desde la cocina.

Abrí la puerta con pocas ganas.

— ¿Qué quieres? —Le miré mal. —No, de hecho, ¿Qué coño haces aquí? —Me crucé de brazos.

—Vaya, no recordaba tu fuerte carácter...—Se río.

—Ajá, el caso es que no me importa. —Le sonrió falsamente. — ¿Vas a hablar o me puedo ir y acabar esta mierda de conversación? —Le miró mal.

—Becca...

—Steven...—Lo imité.

— ¿Puedo...Puedo pasar? —Me pidió y yo solté una risa sarcástica.

— ¿Bromeas? Todos los que están aquí dentro te quieren muerto. —Sonreí.

—Vaya...—Abrió los ojos de par en par. —Solo...Solo quería...

— ¿Pero sabes qué? No nos importa lo que tú quieras. —Andrew apareció junto a Kora. Mierda.

—Sí, ¿Por qué no te piras de nuevo y dejas a mi hermana en paz de una vez? —Mi hermana pequeña se cruzó de brazos a mi derecha.

—Wow, Kora, que mayor estás. —Steve le sonrió.

—Sí, es lo que tiene desaparecer tres años y medio: Que la gente crece. —Ella le sonríe falsamente.

Lejos de casa, cerca de ti. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora