Capítulo Veintiuno.

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Italia.

Becca.
— ¿Cómo...Como dices? —Se alejó mientras se reía nerviosa.

—Lo siento, Jess...—Me disculpé con lágrimas en los ojos.

—Pero, Bec, cielo...—Me sujetó la mano. — ¿Por qué te disculpas conmigo? No pasa nada. —Me sonrió.

—Debí habértelo dicho antes. —Me mordí el labio.

—Que no pasa nada, cielo...—Me miró sincera. —Dios mío, Bec, no importa si no estás lista para contarlo a los cuatro vientos. —Apretó mi mano. 

—No sé, no sabía cómo contártelo...—Confesé.

—Pero que eso no importa, es algo tuyo, y tienes que contarlo cuando te sientas lista. —Afirmó segura. —Y... ¿Estás así por él?

—Eh...Se podría decir que sí. —Me encogí de hombros.

—Ay, cielo. —Sonrió triste. —Dime que puedo hacer por ti. —Me apartó el pelo de la cara.

— ¿Puedes ayudarme a cambiarme? Este jersey huele a muerto...—Me reí entre lágrimas y ella se río también.

—Sí, empieza a oler un poco fuerte... —Bromeó.

••••••

—Solo hemos encontrado este suéter...—Jess hizo un mohín y yo bajé la mirada hacia él.

Era un jersey de punto "Jacquard" de papá, tonos tierra y negros y que me quedaba enorme.

—Si lo metemos por aquí, te quedará mejor...—Mamá me arregló el jersey por dentro de la falda.

— ¿Lista, cielo? —Mamá me tendió su mano.

— ¿No...No podríamos quedarnos aquí un poco más? —Pedí y ellas se miraron entre sí.

—Id yendo vosotras, ahora vamos...—Habló Kora agarrando mi mano. Mamá y Jess asintieron y bajaron con los demás. —Bec...—Me miró.

—Ya lo sé, Kora, sé que tengo que hacerle frente, pero...Quiero unos segundos para mentalizarme. —Suspiré.

—Tómate el tiempo que quieras, Bec, saldremos cuando estés lista...—Apretó mi mano.

—Joder, ¿Por qué no puedo hacerlo? No lo entiendo. —Me senté en el suelo del pasillo, frustrada.

—Sí lo sabes...—Se sentó a mi lado.

—Me duele verle con otra ahora mismo. —Admití mordiéndome el labio para no volver a llorar.

—Entonces, ¿Por qué no te permites estar mal, Becca? —Me miró triste.

— ¿Qué? No, no, estoy bien. —Aseguré con una sonrisa.

—No, no lo estás. —Se le rompió la voz.

—Kora...—Odiaba ver a mi hermana llorar.

—No, Bec, enserio. —Tragó saliva. —Por una vez en tu vida, para de pensar un momento por los demás y mírate a ti. —Pidió.

—Lo hago. —Mentí.

—No me mientas, dios. —Miró a otro lado cuando se le cayó una lagrima de los ojos. —Becca, estás dolida, y es normal... ¡Joder, acabas de ver al chico que te gusta con otra en tu puta casa! Permítete estar mal, por favor.

Me limpié la lagrima que escapó de mis ojos antes de que rodara por mi mejilla.

—Y ahora, voy a bajar y a dejarte unos minutos a solas...Porque sé que odias verte vulnerable ante las personas...—Me sonrió con los ojos húmedos. —Llora, grita, rompe cosas, desahógate...Te hace falta. —Asintió lentamente antes de levantarse. —Y cuando termines, estaré esperándote abajo para agarrarte la mano y pasar una increíble cena de no Acción de Gracias. —Sonrió y avanzó a las escaleras.

Lejos de casa, cerca de ti. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora