Capítulo Seis.

29.9K 1.5K 1.2K
                                    

Italia.

Becca.
Me removí al notar unas manos en mi cara.

—Muy bien Ada, sigue, sigue. —Escuché de fondo como mi hermana le animaba.

Ada se río sobre mí y continuó golpeándome la cara con sus pequeñas manitas.

—Auch, Auch, Auch. —Me moví para que parara.

—Lo has hecho genial, Ada. —La felicitó Jess. —Y ahora bájate de ella, que es probable que te mate. —La separó de mí.

En eso no le quitaba razón. Era verdad que hasta que no me tomara una o dos tazas de café y\o una ducha de media hora, era una posibilidad muy alta verme cabreada.

—¿Os habéis propuesto todos despertarme pronto o qué? —Dije incorporándome vagamente.

—Lo sé, sé que odias que te despierten, pero necesito que me hagas un favor. —Jess me miró como si me estuviera pidiendo limosna.

— ¿Quieres que te haga yo un favor? —Le sonreí con falsedad. —Sal de mi habitación antes de que saque el bate de béisbol. -Le advertí.

—Ese bate ni siquiera es tuyo. Es de Cody y te lo apropiaste cuando viste una araña pasar por la cortina. —Habló Kora medio dormida antes de volverse hacia el lado contrario a nosotras.

—Te pienso matar. —Me levanté decidida a ello. -Y con el bate, además. —Lo recogí del suelo al ver que me estaba sacando el dedo.

—Ok...Mejor volvemos a la conversación principal ¿Eh? —Jess me quitó el bate de las manos y me devolvió a mi cama.

— ¿Y tú favor no puede esperar media horita más? —Me volví a tumbar boca abajo en la cama.

—No, Logan vendrá a por ti en treinta minutos.

— ¿Quién? —Me estaba volviendo a dormir.

—Logan, ¿El hermano de Dante? —Dijo tratando de que lo recordara.

—Ah sí, el antipático. —Murmuré contra la almohada.

— ¿Qué? No se te entiende una mierda. —Me volvió a levantar y la miré con mala cara. —No me mires así, ¿Sabes la de favores que te he hecho yo?

Me tiré al suelo, aburrida.

— ¿Y qué dices que tengo que hacer? —Estiré de la manta para bajarla al suelo, pero Jess lo evitó.

—Necesito que te encargues del puesto de la feria. —Me sonrió asustada.

—Oh no. No otra vez. —Me negué en rotundo.

— ¿Por qué no? Solo serán un par de horas hasta que Dante y yo volvamos. Además, ya lo has hecho otras veces.

—Y por eso me niego ahora. —La miré obvia.

—Venga Bec, solo serán unas horas...—Suplicó.

— ¿Y por qué no va Kora? —Me retorcí en el suelo.

— ¿Tú sabes el pedo que lleva encima? La oí a las tres de la mañana tratando de subir las escaleras.

— ¿Y no le dijiste nada? ¡Tiene catorce! -Soné como mamá.

—Claro, con papá y mamá en la habitación contigua hubiera salido muy bien la cosa. —Ironizó.

—Dios mío...—Comenzaba a asumir mi derrota.

—Vamos Bec, hazlo por mí. —Me sonrió inocente.

—Cállate. —Me levanté con pesadez del suelo.

Lejos de casa, cerca de ti. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora