Capítulo Veintiséis.

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Italia.

Becca.
— ¿Cómo está? —Me levanté de la silla del pasillo al ver a Jess venir hacia nosotros con Ada en los brazos, dormida.

—Está dilatada de dos centímetros...—Se sentó junto a nosotros.

— ¿Y eso significa...? —Logan frunció el ceño.

—Que aún queda un buen rato...—Le avisé mirándole de reojo.

— ¿No nos dejan entrar? —Preguntó Kora nerviosa.

—Le están haciendo un chequeo y ahora la llevaran a la habitación, deberíais iros...Probablemente no nazcan hasta mañana...—Jess hizo un mohín acariciándome la cara.

— ¿Qué? Yo de aquí no me muevo. —Kora se volvió a apoyar en la silla.

—Yo menos. —Me negué.

—Y yo no puedo. —Habló Andrew tras la bolsa de hielo que tenia en la frente.

— ¿Estás mejor? —Le pregunté y él se encogió de hombros.

—No lo entiendo, llevas viviendo esta situación ya cuatro veces. —Comentó Kora.

—Pues mi estomago aun no se acostumbra a ello. —Echó la cabeza hacia atrás.

—Voy a llamar a Dante para que venga a por la niña...—Jess se levantó y le dejó a Ada sobre Logan. — ¿Quieres irte con él, cielo? —Le preguntó. Noté su mirada en mi perfil.

—No hace falta que lo llames, la llevo yo en coche y así os traigo algunas cosas de casa...—Propuso.

— ¿Seguro? Puedo acompañarte, si quieres...—Jess volvió a sentarse.

—No, de verdad, mándame un mensaje con las cosas que necesitéis. —Se alejó con Ada en brazos. No pude evitar seguirle por el pasillo hasta doblar la esquina y perder a mis hermanos de vista.

— ¿Quieres que vaya contigo? —Le miré sincera.

— ¿Qué? No, Becca, estás a punto de tener dos hermanos. —Frunció el ceño divertido. —Creo que deberías quedarte. —Se río.

—Aún quedan horas para eso, puedo ayudarte a traer las cosas...—Me cortó con un beso.

—He dicho que no. —Dijo a centímetros de mí. —A parte, estás situaciones me dan bastante miedo...—Aseguró y yo me reí.

—Está bien, luego te veo, antipático...—Le di el último beso antes de verle irse junto a Ada hacia el ascensor.

—Estás realmente enamorada ¿Eh? —Oí a Kora a mis espaldas.

— ¿Qué? No es eso...—Le quité importancia girándome hacia la cristalera que daba a la sala donde había bebés.

—Por supuesto que lo es...—Se acercó con una sonrisa burlona. —Te brillan los ojos y todo. —Se burló y le quité la mano de un manotazo.

Las dos nos quedamos calladas mirando a aquellos niños que acababan de venir al mundo...

—No puedo creerme que vayamos a tener otro hermano en cuestión de horas...—Comenté distraída por la risa de uno de ellos.

—Otros. —Me rectificó. — ¿Crees que se nos dará bien cuidar de dos a la vez? —Me miró.

—Sí, y aun así no estaremos solas...—Miré hacia nuestros hermanos.

—Que ganas de verles las caras ya...—Sonrió.

— ¿Cómo crees que serán? —Le pregunté mientras volvíamos con nuestros hermanos.

Lejos de casa, cerca de ti. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora