Capítulo Treinta y tres.

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Italia.

Becca.
— ¿Qué? —Fruncí el ceño, confusa ante sus palabras.

—Bec, necesito que me dejes contártelo. —Me agarró la mano y me sentó junto a ella en un pequeño sofá. —Y necesito que estés callada hasta que acabe. —Me miró seria.

—Jess, ¿De qué estás hablando? —Me reí nerviosa.

—Mira, cielo, no tenemos mucho tiempo ¿Vale? —Me sonrió sarcástica. —Me caso en media hora. —Recordó.

—Joder, bien, cuéntame ya eso tan importante. —Me giré hacia ella.

······

— ¿Estás bien? —Me preguntó al terminar de contármelo todo.

—O sea, me estás diciendo que...—No aparté la mirada del suelo. — ¿Tú fuiste la que planeaste todo lo mío con Logan? —Le miré con el ceño fruncido.

—Bueno, yo solo quería que os conocierais mejor y si surgía algo, pues genial. —Se encogió de hombros. —Pero no sabía que acabaríais enamorados. —Aclaró.

—Oh...—Asentí, metida en mis pensamientos.

Joder, ahora todo tenía sentido; Jess había sido la que me había hecho ir al puesto de la feria con él, la que le dijo que viniera verme cuando la tormenta...

—Pero... ¿Por qué? —Le miré, aun con el ceño fruncido. —Quiero decir, ¿Por qué juntarías a tu hermana pequeña con el hermano de tu prometido? Si ni siquiera nos conocíamos.

—Vosotros no, pero yo os conocía perfectamente a ambos. —Sonrió. —Sabía perfectamente que vuestros caracteres chocarían, pero también sabía que se complementarían a la perfección. —Me miró orgullosa.

—Bueno, a la perfección...—Me mordí el labio y miré hacia abajo.

— ¿Qué quieres decir? —Bajó la mirada para verme. —Bec...—Susurró, apartándome el pelo de la cara.

—Logan y yo...—Inspiré para sacar el valor. —Logan y yo cortamos ayer...—Terminé y jugué con un hilo que colgaba de mi vestido verde agua.

—Ay, cielo...—Me abrazó de costado. — ¿Qué ha pasado? —Acarició mi pelo.

—Nada...Bueno, en realidad, todo. —Mordí mi labio, intentando no llorar.

—Bec...—Me recogió la cara con sus manos. —Cielo, lo siento mucho. —Me dijo sincera y me derrumbé. Las lágrimas que llevaba reteniendo todo el día, salieron a la luz.

—Le quiero mucho, Jess. —Afirmé antes de tragar saliva.

—Lo sé, cielo, lo sé...—Me metió entre sus brazos como cuando yo tenía pesadillas y me daba miedo dormir sola en mi cama.

—Solo que...—Me sequé las lágrimas con pesadez. —Nosotros nos vamos mañana por la tarde, y....Y yo no sé si estoy lista para una relación a distancia. Y menos con él ¿Sabes? —Levanté la cabeza para mirarle. —Joder, Jess, que lo está pasando fatal con lo de sus padres...—Mordí mi labio, intentando contener mis lágrimas. —Su madre se va a casar con el tío por el que los abandonó...Su padre...—Suspiré. —No sé qué pasa con su padre porque no quiere hablar conmigo de eso, pero sé que algo pasa, Jess, lo intuyo. —Me toqué el pecho con dolor.

—Bec, cielo, respira. —Agarró mi mano con fuerza. —Todo va a estar bien, ¿Vale? —Acarició mi mejilla.
—Lo he perdido. —Me di cuenta. —Le he perdido y ni siquiera sé cómo afrontarlo...—Miré a todos lados, nerviosa. Tocaron a la puerta.

Lejos de casa, cerca de ti. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora