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035.
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Al parecer, cierta pecosa y dos peli negros habían encontrado unas tumbas muy curiosas.
En ese preciso momento de suspense, al lado de los tres jóvenes, aparece en escena un fantasma. Piel sumamente blanca, espalda jorobada y con una cara de espanto que no se le iba ni aunque quisiese.
Los jóvenes dieron unos pasos atrás asustados, al menos los dos mejores.
—¡Ahhhhh!— gritaron los dos, reproduciéndose por todo el lugar.
— Luffy-dono...— dijo débilmente el fantasma.
—¿Qué?— dijo dudoso Luffy.— ¡Kin!— Sonrió cuando comprendió que era su amigo Kin'emon.— ¡Estoy feliz de que estés vivo!—
— Lamentó no haber podido ir a buscarte... Es bueno que llegarás a salvo. Me temo que tengo diarrea y pensé que no podría... salir del baño esta noche otra vez. Pero empecé a sentirme mejor.— Explicó mientras recuperaba un poco de color en la cara.— Vaya, vaya, vaya, fue doloroso.—
— ¡Está vivo, Torao!— replicó Luffy.
—¿Cuándo dije que no lo estaba? Me refería a que saldría del baño en la noche.— contestó Law.
— ¡Lo dijiste de una forma rara!—
— Bueno, está bien. Mientras siga vivo...— habló la pecosa por primera vez.— Soy Shima, encantada.—
— Kin'emon. Encantado Oshima.— dijo con una sonrisa en la cara.
Kiku vino corriendo hasta donde estábamos.
—¡Kin-sama!— gritó la chica.
— ¡Kiku!—
— ¡Realmente extañe!— se cayeron al piso debido al abrazo de la chica.
Shima dejó de escuchar la conversación. Caminó un poco hasta hallar unos árboles repletos de frutas.
— ¡Voy a ir a recoger algunas frutas, los veo luego!— gritó para que la escuchasen.
