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38.
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Zoro desenvainó su espada.
— Zoro-Dono. Voy a decir esto francamente por bondad, pero si fuera tú, yo no la tomaría.— Avisó Kin'emon.
Desde metros en la distancia se podía ver la cantidad de energía que emanaba la espada.
El espadachín la pudo sentir entre su manos, tanta era la energía que necesitaba aún más y succionaba la energía del propio espadachín. Una nube morada, llena de energía, rodeaba a Zoro y a la espada.
Momo se agarró fuerte a Shima cuando Zoro cortó la mitad del barranco en donde es encontraban.
—¡Todo el risco ha sido cortado!— Dijo Sanji impresionado.
— Esto... Esto es increíble...— Dijo Shima impacatada, en cambio, Momo estaba muy asustado, tanto que hasta se convirtió en el dragón rosa que saltaba por reflejo.
—¡El brazo de Zorojuro...!— Avisó Momo, pues la espada estaba agotando la energía que poseía su brazo.
— ¡Zoro controla la fuerza de tu espada! ¡Que fluya por tu cuerpo, no solo en tu brazo!— Aconsejó Shima.
—¡Maldita..!— Maldijo Zoro.—¡Devuélvemelo!— Dijo refiriéndose a su brazo sin energía alguna. Su brazo volvió a su estado normal y la nube morada se desvaneció.
—¡Esa es Enma!— Explicó el anciano con máscara.— Absorbe el Ryuo de su usuario a placer, y corta más de lo necesario. Si fueras un espadachín normal, ya te habrías secado y colapsado...— Hizo un brave pausa. Zoro agarró fuertemente la espada, decidido.— ¿Qué quieres hacer? ¿Quieres otra espada?—
—No, tomaré esta.— Negó la oferta, mientras sonreía de medio lado socarrón.— Enma, ¿eh? Una vez me acostumbre a ella... Voy a ser incluso más fuerte, ¿no?— Dijo ambiciosamente.
— Jajaja, ¡Es un idiota!— dijo Kawamatsu.
Tiempo más tarde, todos se fueron a entrenar. Shima, Momo y Zoro, fueron a entrenar con la espada.