Capítulo 30

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Antes de la tormenta

Marco

Un mes, ha pasado un mes desde que me entere que estaba enfermo. Y aunque ya haya pasado tiempo desde aquel día, todavía no sé qué pensar o cómo reaccionar ante mis citas médicas.

Respecto a Emma, he intentado a toda costa mantener el control sobre esto, pero aunque lo odie, sé que ella sospecha de algo. Y agradezco el que no haya querido preguntarme nada hasta ahora.

He estado saliendo con ella con mucha frecuencia. Hace unos días fuimos a casa de mi madre, el de la idea fui yo, cosa que la sorprendió, pero no dijo nada al respecto. El día que fuimos conocimos la cafetería en donde mi madre vende sus postres.

De hecho, ahora hablo más con ella, tanto que podría decir que nuestra relación ha mejorado considerablemente. Hay días en que ella me llama y pasamos varios minutos contándonos nuestros días. Al principio era raro, pero lentamente fui acostumbrándome de nuevo a su presencia en mi vida.

La convivencia con David va mejor que nunca, ahora sí podría decir que tenemos una relación de hermanos, o algo parecido a ello. Él está siempre al pendiente de mi salud, no hay día en el que no se tome unos minutos de su día para tomarme el tiempo de mis latidos, esto es para saber si están acelerados. Y debo decir que hasta el momento he corrido con suerte ya que no presentado ningún otro síntoma.

Ayer por la noche le mande un mensaje a Emma preguntándole si podríamos salir, no tardo ni un minuto para contestar mi mensaje aceptando. Por lo que le pedí su auto a David quien también acepto.

Y para sorpresa mía él ha estado saliendo con una chica de la cual no sé nada, ni siquiera su nombre. La verdad es que me da gusto por David, lo veo más desconectado pero de un modo bueno.

La otra noche no llego a dormir, y lo sé porque al día siguiente me lo encontré entrando a hurtadillas a la casa. Me había levantado para ir a tomar un poco de agua a la cocina y cuando iba a volver a subir a mi habitación David venia entrando a la casa con la ropa del día anterior.

Cerró la puerta con tanta sutileza que pensé que no era la primera vez que lo hacía. Cuando se dio la vuelta fue tanta su impresión al verme que soltó su maletín y se llevó la mano al pecho. Estaba pálido y me mirada asustado.

—Pensé que el llegar a escondidas a una casa de mañana o madrugada era cosa de jóvenes, no hombres como tú. Aunque en realidad no estas tan viejo ¿Tienes qué, veintitrés? —Lo miré con burla a lo que él solo soltó un bufido de exasperación.

—Oh cállate. —Se agacho para recoger su maletín y quiso pasar de mí pero me pare frente a él impidiendo su paso.

—Dime quien es la culpable de que no llegaras a dormir a casa. Prometo no ponerme celoso de que me estas quitando atención —me llevé una mano al corazón y puse una cara de fingida tristeza.

—Marco solo... cállate. Llego tarde al trabajo.

—Pero si yo no tengo la culpa, la tiene la chica sin nombre —grite cuando empezó a subir las escaleras, minutos después cuando ya estaba en mi habitación escuche el agua de la ducha.

Apago el auto cuando me estaciono afuera de la casa de Emma, saco mi teléfono y le envió un mensaje diciéndole que ya llegué.

La puerta no tarda en abrirse con ella saliendo con unos jeans sueltos y una blusa de color blanca. En la mano trae un suéter largo y delgado.

La veo caminar hasta el auto y recuerdo que en una semana será su cumpleaños, lo que conlleva a que en unos días será legal. Abre la puerta y me sonríe mientras se adentra cerrando la puerta. Pone su mochila en el asiento trasero y luego me da un suave beso en los labios.

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⏰ Última actualización: Apr 18, 2022 ⏰

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