Capítulo 22

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No estás solo

Emma

Abro los ojos y lentamente comienzo a enfocar mi visión. Muevo mi cabeza que sigue sobre el pecho de Marco y sintiéndome ahora despierta me concentro en escuchar los latidos de su corazón. Su respiración es suave y prácticamente relajada.

Mirando la estrecha puerta de mi habitación comienzo a recordar lo que sucedió hace tan solo unas horas. Lo que Marco me relato me destrozo, nunca llegue a imaginar que detrás de ese sufrimiento existiera un martirio.

Y es que, ahora entiendo todo. Comprendo su comportamiento de las veces que le decía que lo llevaba a su casa, también cuando fuimos a la pizzería. Ahora sé porque estaba ahí David. Él fue el que le dijo a donde llevarnos porque en ese momento Marco no conocía aquellos rumbos.

Ahora comprendo que para él también fue difícil medir sus palabras cuando hablábamos, cuando me relataba pequeñas cosas de su vida siempre procuraba no dar indicios de su pasado.

Frunzo el ceño cuando las ganas de ir al baño me invaden, suspiro y trato de levantarme, pero me detengo al momento en que siento la presión de sus brazos sobre mi cintura.

Me alzo tan solo un poco para poder detallar su rostro ahora que estamos a tan solo centímetros. Su rostro luce relajado y sereno, su cabello ondulado cae sobre su frente tocando apenas sus cejas pobladas. Ahora que mantiene sus ojos cerrados puedo admirar la longitud de sus pestañas, las cuales son largas. Continuo con mi inspección y bajo la mirada para ver su nariz recta hasta llegar a sus labios carnosos.

Sonrío y miro hacia la ventana. Ya no hay rastro de los rayos del sol de cuando me desperté hace algunas horas atrás. Hago una mueca sabiendo que dormí mucho y que ahora por la noche no podre hacerlo. Con cuidado me zafo del agarre de los brazos de Marco y cuando logro levantarme de la cama sin despertarlo me dirijo urgentemente a la puerta del baño.

Después de hacer mis necesidades vuelvo a la cama y esta vez me acuesto junto a él, tomo mi teléfono y ahogo un grito cuando veo que son más de las cuatro de la tarde.

Le mando un mensaje a Sasha explicándole que no iré a su casa, y que por lo tanto no venga a la mía.

Le puse la excusa de que saldría con Marco para arreglar las cosas entre nosotros, lo cual es mentira porque eso ya sucedió y ahora mismo él está profundamente dormido a mi lado.

Me apoyo sobre mi codo y me giro subiendo mi mano a la altura de su rostro para comenzar a repartir caricias en sus mejillas. No me rindo hasta que consigo que él abra los ojos.

Me reconoce y me da una sonrisa soñolienta.

—¿Cómo dormiste? —Pregunto mientras retiro de su frente las suaves ondas de su cabello.

—De maravilla —sonríe y me sobresalto cuando sus brazos me jalan hacia su cuerpo y luego giramos quedando en la posición de él sobre mí.

Suelto una risa nerviosa y Marco besa mis labios ligeramente. Pongo mis brazos alrededor de su cuello y lo atraigo más hacia mí besándolo como quería desde que lo vi esta mañana parado en el umbral de mi puerta. Sus labios se mueven sobre los míos con posesividad y desespero.

A medida que pasan los segundos nuestro beso se va volviendo cada vez menos inocente. Mis manos bajan por sus brazos para luego volver a subir hasta sus hombros en donde mis manos se expanden a lo largo de su espalda acariciándola de arriba a abajo.

Marco se pega a mí y deja salir un gruñido que hace sentir más vivo a mi cuerpo. Marco continúa besándome hasta que se retira de mí con los ojos cerrados.

Almas GemelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora