Despedida de Soltera

911 35 21
                                    

Advertencia: 

Este one shot tiene contenido sexual explícito. Léase bajo su propia responsabilidad.  


Me la estaba pasando muy bien.

Días atrás, me encontraba algo renuente a la idea de tener una fiesta para decirle adiós a mi soltería, pero aquí estaba, y no era tan malo como me había parecido en un principio. Nami no había dejado de insistir para intentar convencerme y finalmente pensé ¿por qué no? Una no se casa todos los días. Y menos con el amor de tu vida. Así que decidí cumplirle el capricho a mi mejor amiga y liberarme un poco de mi estilo conservador y reservado de siempre para pasar un buen rato y disfrutar con todas las mujeres que me apreciaban. Todo con una sola condición:

Nada de juegos o actos indecorosos que pudieran traicionar la confianza de mi futuro esposo. Zoro era fiel y leal como nadie, así que todo se resumiría a una velada entre mujeres con algo de alcohol y diversión.

Nada de retos para acostarse con nadie, nada de besos o llamadas incómodas a exes o a extraños, y lo más importante, que sabía que Nami querría sí o sí.

Nada de strippers.

¡Pero Robin! ¡No es una despedida de soltera sin un stripper!

Supe desde el momento en que las palabras salieron de mi boca que se quejaría, pero fui bastante tajante, así que accedió, pero a cambio dijo que haría un montón de juegos sexosos para asegurarse de que tuviera la noche más loca de mi vida, la que jamás tuve en mis años de adolescente, así que simplemente suspiré y accedí.

Con tal de no tener que traicionar a Zoro, está bien para mí.

—Por Dios, seguramente los chicos también llevarán bailarinas o algo así.

—Yo confío en él. Sé que sabrá qué hacer.

De acuerdo... Entonces, manos a la obra —sonrió, maliciosa, y su mirada me hizo temer lo que pasaba por su cabeza por un instante.

E hice bien en temer. No me imaginaba ni siquiera un poco todo lo que la traviesa pelirroja me tenía preparado. La celebración duró todo el día, desde que salió el sol hasta que la noche cayó. Luego de desayunar bastante temprano, salimos de compras para escoger la ropa y la lencería que usaría en la noche de bodas y en la posterior luna de miel, varias de las chicas me hicieron regalos y me dieron consejos que honestamente aprecié. A eso le siguió un rico almuerzo en un restaurante de la zona en el que servían mi pasta favorita, y más adelante una tarde de spá para relajarnos y dejar que nos mimaran,, en especial a mí, que me hicieron varios tratamientos y masajes que nunca olvidaré, todo eso cortesía de Boa. Y, finalmente, llegó la noche, Nami me hizo ponerme uno de esos sets, ya que, según ella, llegaría a casa de mi novio borracha y lista para la acción, rodé los ojos y le hice caso, honestamente no sonaba como una idea tan mala.

Sólo no me esperaba con lo que iba a encontrarme.

Abrí los ojos de par en par cuando mis compañeras me guiaron hasta un salón de eventos de un hotel cercano y abrí la puerta.

Era un jodido festival de penes.

Los había por todos lados, en los dulces, en la decoración, en la comida. ¡Hasta el maldito pastel tenía forma de pene! Me sentí en el Kanamara Matsuri por un instante, los tonos rosa, morado y rojo lumínico de la decoración le daban una apariencia de club nocturno. Quedé pasmada junto a la puerta y luego me di cuenta de que Nami estaba grabando mi reacción, por lo que fruncí el ceño ligeramente, pero ella me tomó del brazo y cerró la puerta tras de mí, invitando a todas a sentarse. Y entonces comenzó la sesión de juegos: "¿Quién conoce mejor a la novia?", "Yo nunca", "Adivina la bebida" (en la que usamos una divertida ruleta de casino con shots), y muchos otros, hasta que me sentí exhausta. En uno incluso me puse un poco emocional porque se trataba de un grupo de cariños que las chicas me hicieron y tenía que adivinar de quién era cada regalo a partir de una pista, no me esperaba encontrarme con tantos pensamientos y detalles tan lindos de las demás hacia mí, lograron que casi llorara de la emoción. Así que Nami puso pausa a la sesión y entonces nos dedicamos a comer de la picadera. Habían chupetes que seguían la temática, galletas con tangas y sostenes, bananas revestidas de chocolates y caramelo, y gracias al cielo algo de comida normal.

Acero y floresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora