|"elegidos"

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Habían pasado dos meses desde que todo volvió a la normalidad en las vidas de Harry y Louis, porque si, para ellos era normal dormir en los brazos del otro por las noches, despertar con mimos en la nariz, mejillas o cabello, hablar de sus miedos y anhelos cuando tomaban un té por la tarde en aquel rincón que volvió a ser suyo bajo el inmenso árbol de roble, el atraer la atención de las personas cuando simplemente pasaban por el lugar con las manos entrelazadas o Louis con su brazo sobre los hombros de Harry atrayendolo de vez en cuando para garantizar un beso en la sien; haciendo que el rizado se ruborice por completo, también se llevaban miradas con un toque de envidia ¿y quien puede culparlos? Al decir verdad, Louis era todo el sueño de una universitaria promedio y Harry era el inocente angel que cualquier intento de chico malo le gustaría corromper.

Y ahí estaban, siendo dos personas totalmente distintas con sus almas entrelazadas y sus corazones bombeando al mismo ritmo por un amor que estaba presente , que sucedía y que desde hace años debía suceder. Como si fuera que un día el destino se despertó con ganas de hacer una revolución en dos personas y juntarlas como prueba de su existencia.

Todo estaba siendo de maravilla, faltaban apenas dos días para la graduación, ya todo estaba listo; no había más proyectos ni trabajos largos para entregar, ni siquiera los profesores tenían ganas de ser un  martirio para los próximos graduados.

Harry se encontraba acostado en el césped detrás de un edificio que no se usaba en el predio de la universidad, sus ojos se encontraban cerrados con sus  manos entrelazadas debajo de su cabeza y la pierna izquierda sobre la derecha, balanceaba aquellas extremidades mientras tarareaba una canción que escuchó con Gigi por la mañana, respiraba con tranquilidad como si fuera que podría dormirse allí mismo. Por el hecho extraño que las aves cantaban, Harry no dormía, simplemente disfrutaba de los pequeños rayos de sol dándole de lleno en el rostro, calentando su cuerpo y la melodía de las aves, tan relajante.

Escuchó unos pasos provenientes de su lado izquierdo, zapatillas pisando el césped, pisadas lentas y cuidadosas, tan distinguidas.No hacia falta abrir los ojos, ni siquiera suplicar por el tacto  porque sabía quién era, claro que lo sabía, lo conocía tanto, tanto como la palma de su mano, tanto como cada maldito lunar que decoraba su rostro.

—Te estuve buscando por todos lados, cielo —Louis se paró en aquel costado viendo como Harry solo mantenía sus ojos cerrados.

El rizado soltó un suspiro dándole paso a la tranquilidad extrema que inundaba su cuerpo.Louis tenía la cualidad de trasmitir seguridad en Harry por más que este no se lo pidiese.

—Quería... —resopló— quería estar lejos de la locura de la graduación —contestó simple dando palmaditas a su lado como invitación al ojiazul para que se acercará.

Louis sonrió complacido, el rizado era tan tierno con sus rizos cayendo como cascadas por los costados de su rostro, ahora en dirección al césped debido a su posición, aquel ángel le pertenecía por completo que simplemente no podía creerlo; algunas veces pedía explicaciones al cielo por tal regalo que quizás algún Dios le había mandado.

Se olvidaba  por completo de aquello cuando este gemia sobre o debajo de él, gritando su nombre, suplicando por más, recorriendo con desesperación su anatomía, era el pecado que el deseaba cometer y no tenia problema en hacerlo cada vez que se le presentaba ante sus ojos, quedar condenado por dicho pecado era lo de menos porque tener aquella piel ajena bajo su tacto era el claro ejemplo del bien y el mal en un simple acto de amor.

Porque por más que Harry lo tiente y supliqué ser destrozado, Louis seguiría viendo a un ángel delicado como una copa de vidrio que puede romper si no tiene cuidado.

Louis se sentó a un lado, en la posición de "indio", miró los rizos  chocolate de Harry, algunos casi rubios por el sol proyectándose en ellos.El rizado tanteo con su mano izquierda una mano de Louis, la tomó llevandosela junto a la suya a su  pecho. El ojiazul sonrío bobamente al sentir el pecho de Harry subir y bajar bajo la palma de su mano izquierda.

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