Ellos no son los mejores amigos.
Hay cierta tensión entre ambos.
Era más probable que se ataran si estaban solos en una habitación,
Pero cuando Imperio Ruso y Estados Unidos pasan una noche juntos, toda su fachada de enemigos se cae.
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ROCES
USA nunca creyó que algún día estaría compartiendo mesa con Imperio Ruso y sus amigos, cenando juntos. Pero tampoco llegó a creer que se acostarían juntos en una ocasión, o bueno, en varias. Mucho menos que el ruso terminaría declarándose sus sentimientos.
No sabía que pensar.
Por lo menos las amistades del eslavo eran divertidas.
Prusia era su favorito. Perspicaz y humorista. Sí Imperio no le gustara ya, sin duda habría intentado algo con el familiar de Alemania.
También sería más sencillo. No más rusos en su vida.
Todos compartían experiencias y recuerdos, recuerdos que USA no tenía, así que prefirió guardar silencio y dedicarse a comer.
Observó el perfil del ruso. Perfecto. Era tan atractivo, y lo era más cuando reía.
Al parecer el ruso sintió su intensa mirada sobre él porque se giró a verlo con curiosidad, causándole un pequeño salto.
―¿Disfrutas la cena, Ame?―preguntó en un susurro.
USA asintió.
―¿Por qué no te unes a la plática?―se inclinó un poco para poder estar a su altura―no seas tímido.
―Prefiero escucharlos. No tengo mucho que compartir.
Imperio sonrió, causándole una extraña sensación en el pecho al rubio.
―He estado pensando―dijo sobre su oído―de todas las personas que nos han encontrado teniendo sexo, mis amigos no, así que ¿por qué no...?-
―¡No!―levantó un poco la voz, asustandolos a todos.
―Era broma, lindo―acarició su mejilla―no dejaría que nadie más te viera desnudo...―hizo una pausa― a menos que hagamos un trío, digo, por si quieres.
―Por favor, cállate―USA volvió a su comida.
Volvió a quedarse en silencio disfrutando de su comida y prestando atención a las charlas.
Y entonces lo sintió: una suave mano deslizándose sobre su muslo, moviéndose tentativamente de arriba hacia abajo.
No tuvo ni que girarse para saber que se trataba de Imperio Ruso.
Volvió a verlo un instante, dándose cuenta que el otro seguía hablando como si nada.
Cada vez subía más la mano, tentándolo al detenerse en cada ocasión que estuvo que tocar su entrepierna.
USA se hizo un poco para adelante, intentando que por fin tocara ese lugar, pero el eslavo sólo soltó una risita.
A ese punto ya no sabía de que estaba hablando con Otomano, en su mente lo único que permanecía era el toque del ruso.
Bufó sintiéndose desesperado y se apresuró a tomar la diestra del pelinegro entre una de sus manos para llevarla a donde quería.
Cerró las piernas cuando por fin obtuvo ese placer y agradeció que todo estuviese cubierto por manteles y la oscuridad de la noche, apenas iluminada por unos cuantos faros.
Se sintió un poco culpable cuando Rus de Kiev le regaló una sonrisa del otro lado de la mesa.
―Bueno―Kiev aclaró su garganta. Miró al padre de URSS―. ¿Por qué no le enseñas a América su habitación?
Imperio sonrió ladino dándose cuenta que Kiev ya sabía lo que estaba haciendo debajo del mantel.
―Claro.
Cuando el mayor comenzó a jalarlo al interior de la casa, USA escuchó unas risitas.
Maldición, ellos sabían que iban a hacer.
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Nota (01/04/23).- Últimamente noté que a muchos les gustó la historia y me dieron ganas de hacerle otra a este ship.
