Ellos no son los mejores amigos.
Hay cierta tensión entre ambos.
Era más probable que se ataran si estaban solos en una habitación,
Pero cuando Imperio Ruso y Estados Unidos pasan una noche juntos, toda su fachada de enemigos se cae.
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Dos cuerpos desnudos se retorcían en la cama de aquella habitación. Las luces estaban apagadas y apenas eran iluminados por la luz de la luna que lograba filtrarse por la ventana y las cortinas.
Gemidos de placer, gruñidos y choques de húmeda piel llenaban el ambiente, dando un escenario perfecto de puro placer.
Imperio Ruso tenía las manos de USA afianzadas contra el colchón, asegurándose que no se moviera y al mismo tiempo, haciendo más intimo el acto.
Ambos hombres se veían a los ojos, jadeando sobre la boca del contrario.
USA tenía envuelto al mayor entre sus piernas, arañando su espalda y tratando de sofocar los gemidos más altos con sus dientes.
La cama se movía conforme a las profundas embestidas que el pelinegro daba. Llevaban casi una hora así.
Los amigos del ruso permanecían en el patio de la casa, queriendo darle a la pareja un tiempo a solas.
Todos sabían que estaban haciendo, pero pasaron el tiempo fingiendo que no. Ellos preferían escuchar a su amigo teniendo sexo a tenerlo estresado y a punto de golpear un niño. Y al parecer USA era un perfecto método antiestrés.
El americano pidió un beso a su amante, tratando de que sus gemidos no se escucharan tan altos.
Probaron diversas posiciones esa noche, y cuando se les acabaron, jugaron con sus dedos y sus bocas, haciéndolos acabar más veces de las que podían aguantar.
Imperio sofocaba los jadeos y súplicas del rubio con su boca, tragándose los gemidos de ambos.
USA levantó su cadera para facilitar los empujes del ruso en su cuerpo. Los chasquidos de sus besos, los jugueteos de sus lenguas y toques en sus cuerpos los encendían demasiado.
USA soltó un grito tan alto que incluso el de ojos grises estuvo seguro de que sus amigos escucharon. Su semen salpicó sobre su vientre y un poco sobre el del activo.
Imperio rodeó la cabeza del menor con un brazo y los fundió en otro beso mientras él también terminaba en su interior con un gruñido.
USA se acomodó sobre el pecho del pelinegro, pasando un brazo alrededor y besó el área, sacándole una risa.
El más alto acomodó un mechón de cabello rubio detrás de su oreja al verlo caer en sus ojos.
―Tengamos un trío―ofreció el ruso con una sonrisa pintada en la cara.
USA apenas se movió, incrédulo de sus palabras.
―¡Qué romántico!
―¡Por favor! ¡Sería sexy!
USA rodó los ojos.
―Suponiendo que acepto, ¿con quién sería?
Imperio guardó silencio.
―Sinceramente no creí que llegaría tan lejos, no tengo idea.
―Pues piénsalo y luego me dices―USA cerró los ojos y trató de dormir.
―Ame, antes de que te duermas... no será mi hijo.
―¡Qué asco, Zarist!
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La representación rusa salió de la habitación donde momentos atrás hizo el amor con América. Se sentía más relajado. Sus amigos tenían razón: estaba siendo un gruñón por falta de tener sexo y por no ver a USA.
Vio al rubio dormir sobre las colchas, su cuerpo desnudo apenas siendo cubierto por estas.
Se veía hermoso.
Agarró su camisa del suelo para colocarla, soltando un siseo al sentir la fría tela chocar contra las heridas hechas en su espalda por el menor.
Tendría que cortar esas uñas. Eran un peligro para él.
Sabía que lucía desaliñado, pero poco le importaba.
Llegó al patio donde sus amigos seguían platicando. Todos estaban tranquilos, bebiendo cerveza y comiendo bocadillos, bueno, todos menos los hermanos Kanato que jugaban basquetbol en la pequeña cancha.
El primero en darse cuenta de su presencia fue Otomano, que no pudo evitar que se le saliera una carcajada tan fuerte que Imperio temió que despertara a USA.
El resto de los hombres soltaron una corta risa al notar su estado.
―¿Buena noche?―Prusia le ofreció un cigarro que no pudo negar.
―Dios―Kiev cubrió su boca, fingiendo sorpresa―pareces salido de una porno.
―Cállate.
―¿Cómo resultó todo?―Kazaj preguntó mientras se recargaba en el balón sobre la mesa.
―Creo que bien, América está durmiendo arriba.
―¿Tan agotado lo dejaste?―Prusia rio.
―En realidad... lo mandé a dormir―admitió y miró al resto― necesito hablar de algo con ustedes.
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