Vida

68 6 0
                                    

Manuel tuvo que esperar para recibir su paga, pero, al fin, ahí estaba. Tal y como él quería, le habían puesto por nombre Rafael. Sabía que preparar a un sucesor le tomaría  casi dos décadas, el aprendizaje de un chamán es largo, pero, después de eso, ganaría su preciada libertad. Sólo debía poner a alguien en su lugar, alguien que fuera capaz de ocuparlo.

Hasta los cinco años de edad, el pequeño Rafa, vivió con su familia, cada lunes y jueves , sin fallar un sólo día, recibía visitas del tío Manuel, quien siempre se mostraba amable con él. Aunque ya había tenido tres hermanos, él seguía siendo su favorito. Las cosas se empezaron a complicar cuando su madre dio a luz mellizos y ya hubo en la casa demasiadas bocas que alimentar. Rafa tuvo que irse a vivir con el tío Manuel.

La infancia de Rafa, había sido muy solitaria, Manuel no le permitía tener contacto con el mundo exterior y el mismo se hizo cargo de su educación. Sólo una vez al mes, le era permitido visitar a su familia.

En la casa no había radio, ni televisión, sólo una biblioteca a la que Rafa tenía acceso. La comida era buena y abundante, él podía comer todo lo que quisiera, cosa que resultaba un lujo en casa de sus padres, pero el tío Manuel se aseguraba de que se mantuviera en forma. Esas dos horas de ejercicio físico, una cada mañana y una cada tarde, se fueron volviendo una obligación. Luego, con el tiempo, la meditación también se convirtió en norma.           

ChamánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora