Chamán

Sebastián

¿Que edad puede tener este muchacho?─Se preguntó Rafa─Mientras lo miraba comer.Calculó, que su edad, debía estar entre las edades de Daniel y Uriel. No podía tener más de veinte años y sin embargo, había algo inquietante en él ¿Era su manera de moverse? ¿Era, acaso, ese brillo en sus ojos?¿Su arrogancia, tal vez? Concluyó en que era su aura. El muchacho parecía irradiar poder por cada uno de sus poros. Cualquiera diría que se trataba de un brujo, pero aquello era imposible, era demasiado joven para eso.
Hacía, apenas, media hora se había aparecido en su puerta, pidiendo algo para comer. Rafa lo invitó a pasar y le sirvió un plato de guisado, el muchacho lo devoró sin pronunciar una sola palabra.
─¿Estaba bueno?─Le preguntó Rafa, cuando hubo acabado de comer.
─Muy bueno. Gracias, tenía hambre.
─Tienes suerte de que haya sobrado, estaba por servirme un segundo plato, cuando golpeaste la puerta.
─La suerte no existe. Fueron las líneas de influencia, las que me hicieron llegar a tiempo.
─¿Pero tú cómo sabes eso?─Preguntó Rafa.
─La pregunta es:¿Cómo no lo sabes tú, que eres chamán?
─¿Cómo sabes que soy el chamán?
─Eres Rafael, él aprendiz de Manuel. Manuel fue chamán, por lo tanto,tu también lo eres.
─¿Quien te a contado sobre Manuel?
─Lo conocí.
─¿Y cuando fue eso?
─Eso fue, mucho antes de que tú nacieras. Manuel fue mi aprendiz.
─¿Te burlas de mí, después de que te dí de comer?
─No. No me burlo de tí.
─Pero lo que me cuentas es imposible.
─¿Acaso,no te lo explicó Manuel?
─¿Que cosa?
─Que existen formas de burlar a la muerte.
─Sólo me habló de una.
─Claro. Es la que yo le enseñé. Pero existen más.
─¿Quien eres tú?
─Tuve muchos nombres, pero puedes llamarme Sebastián. Así me llamaba Manuel.
Rafa se quedó helado. En más de una ocasión, Manuel le había dicho que el nombre de su maestro era Sebastián y que fue uno de los brujos más poderosos que hayan pisado la Tierra.
─Sebastián, dime¿Cuánto hace que estás en este mundo?
─Nací por primera vez en 1527.
─¿Eres inmortal?
─Claro que no. La inmortalidad no existe. Sólo existen maneras de burlar a la muerte. Algún día dejaré de existir, como todo en este universo.
─¿Cómo lo consigues?
─En realidad, es bastante fácil, sólo hay dos cosas que debes aprender. Y ya te las debe haber enseñado Manuel. La primera es construirte un alma y la segunda cristalizar tu memoria.
─Sebastian, por favor, insisto en que me las enseñes tú.