Chamán

Uriel

El muchacho no dejaba de gritar, su cuerpo se sacudía con violentas convulsiones. Rafa lo observó con sus ojos fantasmales y esbozó una sonrisa.
─¿Sabes qué, Uriel?─Preguntó─Si dejaras de fumar esa porquería, tu madre no tendría que traerte tan seguido.
Por toda respuesta, Uriel emitió unos gemidos feminoides.
Rafa posó una de sus manos en la frente del muchacho y la otra sobre su pecho. Las convulsiones cesaron.
─Es la sexta vez que tu pobre madre te trae por lo mismo─Agregó─¿No crees que le podrías evitar hacer tantos viajes?
─Lo siento, chamán─Dijo Uriel con cara de afligido.
─Le diré que fue otro ataque de pánico, pero prométeme que no volverás a meterte esa basura¿Acaso, pretendes conocer lo que hay del otro lado?¿Tanta curiosidad te da? Te aseguro que no va a gustar.
─Se lo prometo, chamán, gracias por sanarme.
─Sólo era ansiedad, mejor agradece que no vaya a delatarte, eso tendría consecuencias mucho más serias para tí.
─Gracias también por eso, chamán.
Rafa sonrió y Uriel salió de la habitación, su madre lo esperaba afuera.
─Es un buen muchacho─Pensó Rafa─Pero es muy alocado.
A Uriel le gustaba tener experiencias nuevas. Le encantaba viajar por todo el país y hacer amistad con la gente más rara que podía encontrar. Últimamente, le había dado por probar todo tipo de droga que le ofreciesen. Rafa conocía la naturaleza del muchacho, sabía que era algo pasajero. Su cuerpo no reaccionaba nada bien, cuando le metía sustancias extrañas y el muchacho no tardaría en cansarse. Pero algo inquietaba a Rafa. Una línea de influencia lo conectaba con Uriel, había podido sentirla. De alguna forma, sus destinos estaban ligados.