Hambre

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─¿Y como son estos depredadores?─Preguntó Daniel.
─Pues, los depredadores son, como los depredadores─Contestó Rafa.
─Me refiero a si existe alguna forma de reconocerlos.
─Son seres humanos defectuosos, fácilmente reconocibles por sus auras.
─¿Es necesario poder ver el aura para reconocerlos?
─No. Basta con poder ver su comportamiento. Estos seres están regidos por el hambre energético. No sienten amor, ni culpa. Son depredadores natos. Parecen olfatear la debilidad de su presa, la atraen y la depredan.
─¿Cómo consiguen eso?
─Son excelentes actores, utilizan el engaño. Se presentan como personas encantadoras, hasta que la presa entra en confianza y luego se alimentan de su energía vital.
─¿Cuesta creer que sean seres humanos?
─Pero lo son. A diario te cruzas con varios. Lo más probable, es que tus padres, también, sean depredadores. En tal caso, lo mejor que pudiste haber hecho, fue alejarte de ellos. Estos seres, no son capaces de amar, ni siquiera a sus propios hijos. Sólo estabas ahí para alimentarlos.
─A veces, me siento culpable por haberlos dejado.
─Clara señal de que no eres como ellos. Piensa en los gusanos del cerebro de mi madre. Ahora imagina que la humanidad es ese cerebro y los gusanos son estos seres. Así actúan, como parásitos de la humanidad. Lo mejor que se puede hacer es no alimentarlos, usar la energía para otras cosas.

ChamánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora