Gratitud

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Uriel era un excelente artesano, durante tres días había estado trabajando en ese trozo de madera. Cuando hubo terminado, envolvió su obra en papel de regalo y se la entregó a Daniel.
─Llévale esto, sé que le gustará─Dijo.
─Gracias Uriel. Si no fuese por tu familia, ya estaría muerto.
─Agradecele al chamán. Él fué quien te salvó.
─¿Te refieres al curandero?
─Sí, claro. Al chamán Rafael. Él fué quien te salvó la vida.
─¿Que es un chamán? ¿Así le dicen aquí a los curanderos?─Preguntó Daniel, intrigado.
─Sí y no. Un chamán es mucho más que un curandero, es un brujo muy poderoso. Se dice que es capaz de ir al infierno a conversar con el mismísimo diablo, para pedirle su consejo.
─¿ Y el diablo se lo da?
─Eso, solamente lo sabe el chamán. Mi madre me contó que antes de Rafael hubo otro, se llamaba Manuel. Fue un brujo muy temido. Los más viejos del pueblo, lo conocieron, dicen que era capaz de cosas terribles. Incluso, que devoraba niños. Un día, simplemente, desapareció y no se lo volvió a ver.
─Me cuesta creer eso, Uriel.
─Es lo que cuentan los viejos. Vamos, ya es casi mediodía. Debes llevarle el regalo al chamán, como muestra de gratitud, no sea cosa que te vuelva a dar neumonía.

ChamánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora