Sanador

51 5 0
                                    

Rafa, al igual que su maestro, se había especializado en el arte de la sanación. Su fama de curandero no tardó en crecer y aunque no cobraba por sus servicios, la gente insistía en pagarle, no siempre este pago se hacía con dinero, a veces , en agradecimiento, solían llevarle todo tipo de obsequios. Ropa, comida, tabaco, libros. Manuel tenía razón, le sobraban recursos para llevar una buena vida allí. A Rafa no le interesaba el dinero y fue por este simple motivo que llegó a acumularlo. No deseaba nada que el mundo pudiera ofrecerle, se contentaba con tener lo básico para sobrevivir. Nunca estaba ocioso, su tiempo libre, lo dedicaba a entrenar para aumentar su potencial. Por las noches, solía pasarse horas meditando en la oscuridad, para aumentar su sensibilidad a los distintos tipos de energía. Durante las primeras horas del día, hacía ejercicios para mejorar su concentración. Su atención y su voluntad, le bastaban para actuar sobre la energía, no necesitaba valerse de ningún tipo de fetiche, como los aficionados a la brujería. Cada vez se le hacía más fácil cruzar el cerco y aprendió a ganarse el respeto de las entidades que habitan del otro lado, algunas, hasta le temían. Rafa, por mucho, había conseguido superar a su maestro.       

ChamánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora