CAPITULO XX

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En el fondo de mi inconciencia se instala un ruido molesto y repetitivo. Estaba por volver a agarrar el sueño después de cortos periodos de descanso con semejante prueva de fuego que tengo en mi cama. Casi no puede dormir: cada media maldita hora resultaba con los ojos abiertos mirando el techo sin poder moverme ni siquiera un puto centímetro.

Debi seguir de largo a la habitación del fondo.

Abro los ojos, casi con desgana y despero cuando me doy cuenta de donde provienen los golpes; ¿ahora quién intenta tumbar mi puerta?

Despego mi mente, arrastrando mi cuerpo fuera de mi cama casi haciéndome contorsionista para escapar de las enredaderas de brazos y piernas de Luciano. Justo entonces, la puerta se abre y Mixsy me susurra en voz queda que me de prisa. Pues siguen moliendo a golpes mi puerta. Me va a tocar cambiarla. ¡Dios mio! Que suplicio.

Decido quitarme la ropa que llevo puesta por obvias razones, no quiero que mi amiga y mucho menos quién sea que esté detrás de esa puerta se de cuenta de pequeño regalo de Luciano y no quiero que nadie lo haga pasar vergüenza con algo que es normal para los hombres.

Me pongo la camiseta que tomamos prestada de Alain. La cuál me llega un poco por encima de las rodillas. Camino de puntillas, logrando salir sin despertar a Luciano que sigue profundo en su sueño consiguiéndome a mi amiga recostada en la pared con ropa de salida y un tasa de café humeante en la mano.

- ¿Te vas?.- digo mientras camino a la puerta cargando a Balbi que yacía enrollado en sus puernas.

- Es lo mejor, seguramente tendrán muchas cosas que hablar. Mi madre ya vino a por la niña solo estaba haciendo tiempo a que te levantaras. Pero no te preocupes que el próximo fin, así se caiga el mundo eres mía.

Su buen humor me cantagia aunque es inevitable que un bostezo se escape de mi boca. Mixsy me mira interrogante y yo le susurro quedito que después le cuento.

Otro golpe y la puerta tiembla. Me apresuro a quitar los pasadores y abrir lo más rápido posible. De un golpe Alain sale de mis pensamientos en lo que soy consciente de la persona que me encuentro al otro lado. Vestida con sus típicas faldas largas y sus camisas que no dan respiro, mi madre me saluda de forma escueta y seria. Cosa que es normal en ella.

- Mamá ¿que estás haciendo aquí?- antes que pueda controlar mi boca las palabras fluyen fuera de mi como interrogantes. La esquina izquierda de su boca se levanta de una manera que me pone los pelos de punta.

- No has escuchado ese refrán de ¿si maoma no va a la montaña, la montaña va a maoma?

Trago grueso, cuando la veo empezar a darle vueltas a su inseparable escapulario; que como siempre lleva en su mano.

- ¿Que estás haciendo aquí?.- como el típico vuelve y juega, pregunto nuevamente. Cosa que le disgusta por el brillo de sus ojos.

Cierra sus ojos resoplando con desgana en lo que juntas sus manos frente a su vientre bajo.

- Tienes responsabilidades y he venido a que vuelvas a casa y des la cara. Creo que ya ha pasado demasiado tiempo y puesdes retomar tus planes de boda; ya pedí disculpas por ti y hasta hablé con el padre para una nueva fecha después de asegurarle que las cosas esta vez si van muy enserio.- Grace vocifera como si nada hubiera pasado, más bien como si yo simplemente estuviera de vacaciones.- Y se de primera mano que Erick intentó hacer las cosas por las buenas pero tu insolencia me tiene hasta el cansancio. Ve por tus cosas que nos vamos ahora mismo.

Estoy como en un limbo tratando de entender que coño acabo de escuchar. Definitivamente mi madre se ha vuelto loca y yo creo que su especialidad es hacer que yo acabe como ella.

Signore BalbieriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora