CAPITULO II

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VICTORIA

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VICTORIA

Sonrío dándole la vuelta al vaso de cristal sobre la barra, indecisa a darle un nuevo trago a mi ron.

 Es el número dos de lo que va de noche, por cierto. Y la verdad, es tan bueno que ya el alcohol se me ha ido un poco a la cabeza, aligerándome de peso, haciendo que cada moscón que se me acerque salga corriendo cagando leches ya que no hago más que reírme de su manera de ligar conmigo.

Patéticos. ¿O soy yo la patética? Da igual, ya tengo suficientemente llena mi caja de cupón de imbéciles al azar de por vida.

Su sabor afrutado me sedujo después de un trago de prueba. Y, diablos, esta cosa de verdad merece ser reconocido como el mejor del mundo. Ron Legendario, creo que es su nombre. Creado en tierra Venezolana, de gente carismática y vivarachera, que siempre tienen una sonrisa en su rostro y a todo lo malo le encuentran un chiste.

Como lo sé, sencillo; por lo que dicen los cotilleos de pasillos y también por el Barman moreno que cada vez que abro la boca se carcajea de lo que sale de ella. Venezolanisimo hasta la raíz del pelo, según él.

Simpático, muy simpático.

Alzo el vaso, indicándole que va por él y seguidamente, yo hecho todo el contenido en mi boca hasta que no queda nada del líquido ambarino. Él menea su cabeza con desaprobación sin dejar caer la sonrisa que adorna sus labios siguiendo con su trabajo, yo simplemente le devuelvo el gesto después de recuperarme del ardor que me provoca la bebida espirituosa haciéndole señas para que lo llene por tercera vez.

Me ha regalado la botella de sus provisiones, dándome tragos de manera clandestina porque yo la necesitaba más que él. Pero pienso pagarle el gesto, después de contarme su historia es lo menos que puedo hacer por tratar de consolarme al darme consejos sin yo pedirlos o tratar de animar mi noche.

Fernando era estudiante de medicina, pero dada la situación que atraviesa su país le tocó huir en busca de un futuro mejor dejando su formación a la mitad. Y aquí esta; atendiendo gente buena y otras que miran sobre su hombro rellenando sus copas, tragándose los tratos mordaces con un telón de fondo con la xenofobia brillando.

Los seres humanos nos hemos vueltos unos insensibles de mierda.

Primeramente, aclaro que no soy alcohólica ni nada de eso. Vamos, es perdonable que una chica herida de la peor manera, hablando sentimentalmente, se dé un pequeño lujo ahogando sus penas con alguna bebida que altere la homeostasis del cuerpo humano. Como lo estoy haciendo en este preciso momento después de dos meses.

El mundo esta relleno tanto por hombres como mujeres, entonces, ¿Por qué ven mal que una mujer haga algo que "supuestamente" es un privilegio permitido a los que tienes cojones en sus calzoncillos y no a la que tienen un par de tetas en sus pechos?

Los machistas son tan deprimentes, justos como mi vecino de barra. Sus miradas de reproches me tienen hartas y sus insinuaciones de que me veo mucho mejor en una cama que en un bar, me tienen las gónadas a reventar.

Signore BalbieriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora