CAPÍTULO XV

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LUCIANO

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LUCIANO

Bebo tranquilamente mi trago, saboreandolo con un inmenso gusto mientras mis ojos no paran de comerse de forma arbitraria el culo de la peli negra de la barra.

Su baile no hizo más que encenderme; como si sus caderas se bambolearan solo y únicamente para mi. Todo ella es sensualidad y calentura. Mis testículos no paran de dar tirones bajo los estupidos calzoncillos que llevo. Y sí, me siento ridículamente como un puberto.

¡Gracias, puto André!

Aprieto entre mi mano el vaso, hirviendo de rabia cuando veo a su acompañante inclinarse y susurrarle alguna mierda al oído y le saca una sonrisa. No sé que mierda me pasa, yo ni si quiera la conozco.

- ¡Luk!

Parpadeo anonadado por el tremendo bofetón que recibo de la nada. Mi mano automáticamente va a mi mejilla y un segundo después, voy girando mi cabeza a una sola dirección aún sin creerme que mi mejor amigo me haya golpeado.

- Pero... ¿qué carajos te pasa?

Él  muy idiota solo sonríe mostrándome una tarjeta.

- Te han enviado un trago y...- dice dándole la vuelta a la tarjeta.- esto.

André extiende su mano y yo, se la arrebato de la mano buscando algún nombre y solo consigo el número de una habitación.

- Por lo menos dame las gracias, la pobre que intentaba hacer el servicio duró unos largos minutos parada justo a tú lado.- abro los ojos desmesuradamente. Removiendome en mi asiento cuando Andrés me mira con curiosidad.- ¿Algo que contarme?

Sonrío con soberbia, solo negando con mi cabeza cuando intenta su mierda de estrategia médica conmigo.

- No. Y si hubiera...- susurro sacándole el dedo medio.- tampoco te lo diría.

Una enfermera sexy llega a su lado interrumpiendo su intento de réplica, yo por mi parte alzo en un brindis mi trago mientras sus ojos me prometen un interrogatorio siendo arrastrado por la chica hasta perderse en la pista de baile.

- Bueno, a por la conquista.

Abandono el resto de mi bebida con una cosa en mente.

Todo pasa tan deprisa y sorpresivamente que en pocos minutos me veo embaucado por un parafilico voyerista y la chica de la barra de culo exquisito.

Aun renuente por la situación tan incómoda con aquella preciosidad sobre mis piernas, me mantengo en silencio saboreando con las puntas de mis dedos la suavidad de su piel.

Su cuerpo se tensa, pero aún así me deja hacer.

Amaso parte de su culo provocando que se atragante con su bebida, sintiendo un poco de satisfacción en mi pecho al saber que no es inmune a mi.

Signore BalbieriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora