CAPÍTULO XVI

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LUCIANO

Cuál imán, sus ojos conectan con los míos. No obstante, los suyos falsos, irradian alguna cosa inexplicable que me hace sentir infinitas sensaciones - pánico, excitación y poder-; pese a ello, mantengo su cuerpo sometido al mío.

Sus dientes difuminados sutilmente por su lápiz labial, aprisionan de manera erótica y provocativa su labio inferior mientras sus uñas zigzagueantes dibujan el contorno de mi antebrazo.

Enigmaticamente, su maraña de cabello esparcido la hacen lucir como una pintura de antaño. Y como la mierda, que hace pensar en el arte de la seducción.

- ¿Estás segura que quieres esto?

Sus pestañas revolotean y las esquinas de sus labios con algo de labial corrido, se elevan.

Apenas se asoma una sonrisa, y sin pensarlo, atrapo sus labios nuevamente en un arrebato.

Pequeños gemidos gordorean de sus entrañas y es todo lo que necesito.

Pongo distancia y un vacío crece de manera efervescente en mi pecho. Guio mis manos bajo su cuerpo y en un movimiento rápido que la sorprende sacándole un grito, la giro. Empujo delicadamente sus piernas, levantando su culo en lo que una de mis manos posiciona su cabeza sobre las almohadas.

Me tomo un par de segundos para admirar su cuerpo. La redondez de su culo me invita a morderlo. A parmearlo sin compasión. Pero lo medito, y me dedico solo a acariciar los cachetes carnosos en movimientos suaves y circulares. Entro metiendo únicamente las puntas de mis dedos en su ranura ocultando apenas mis dedos con su ropa interior.

Puedo mirar como la postura de su cuerpo cambia, y es evidente la poca relajación que existe en toda ella. Poco a poco subo y bajo por el contorno de sus piernas. Y me detengo momentáneamente en sus tobillos.

Sin premura, la punta de mi nariz sustituye mis dedos. Por mi paso, su piel se eriza y su cuerpo se remueve. Al llegar al núcleo más íntimo de su cuerpo, hago a un lado la tela de su tanga, dejando al descubierto por primera vez su feminidad. La poca luz que deja filtrar mi sombra, atisbo la brillantes de sus humedoslabios.

Carnosos.

Sonrosados.

Soplo antes de zambullirse mi lengua en su carne. Se remueve de un lado a otro mientras mi boca se apodera de ella.

No le doy tregua capturando su pequeño manojos de nervios entre mis dientes, mientras mis dedos lentamente se introducen en su cavidad.

Suspiros van y vienen. Pero su cuerpo se entrega totalmente a mis deseos. Toda ella echa un mar de sus esencias.

Mis dedos patinan en su humedad, dibujando cada centímetro de su zona. No dejo de darle atención a su clítoris, haciendo que varios gemidos apenas predecibles escapan de ella, entre tanto mi lengua sigue sin darle tregua.

- ¿Te gusta?

Su respuesta viene a mi a través de su cuerpo. 

Quieto su panty desabrochando los costados para que no me siga estorbando.

Sigo torturandola sexualmente, y muchos jadeos gorgorean de su garganta. Remueve su culo, estampando más de lleno su feminidad en mi boca. Está tan mojada que mi lengua y mis dedos chapotean sin la  necesidad de utilizar lubricante.

Conociendo como la Palma de mi mano la habitación, me levanto de la cama no sin antes advertirle que no se mueva, y rebusco en los cajones del baño lo que necesito.

Encuentro una cuerda de cáñamo y cinta especial. Con esto será suficiente.

Vuelvo a ella y tal como la dejé la encuentro.

Signore BalbieriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora