VICTORIA
- ¿Qué carajos estás haciendo, Victoria?
Ruedo los ojos aferrándome al brazo de Mixsy.
- Calla y ayúdame a no caer de culo.-murmuro, pasando las puntas de mis dedos por el material que cubre mis miembros inferiores, sintiendo un pequeño abultamiento muy molesto.-Algo se está clavando a mi pierna y la media no hace más que empujarlo contra mi piel.
Gruño y luego jadeo cuando mis uñas dan con un alfiler descabezado. La sensación de dolor más el frío golpeando mi culo semidesnudo hace que mi cuerpo se estremezca.
- No tengo idea de cómo llegó esto allí.
Le paso el objeto punzante a Mixsy mientras termino de acomodar la media, no sin antes asegurarme de no encontrar otro por ahí.
- ¡Jesus! Y yo que pensé que te inclinabas porque el señor Luciano está justo detrás de nosotras.- suelta como si nada. Un estremecimiento se apodera de mi cuerpo; alterando un poco mi respiración pero también, calentando mis mejillas al punto de ebullición sanguínea.- Chica, tienes una manera poco peculiar para llamar su atención. Que sepas que no a dejado de verte el culo. Y la verdad, ni me asombra ya que tienes uno que para hasta el tráfico.
- Pero... ¿Tú te has vuelto loca?
La miro con la boca abierta, casi sorprendida por sus palabras. Ella le da un manotazo al aire sin despeinar ni una sola hebra de sus cabellos artificiales.
- No, solo digo lo que veo.- sonríe picándome un costado.- sí ya terminaste, démonos una apuradita. Me muero por mover las pestañas y lo que no es, también.
Enderezo mi cuerpo, inspeccionando que nada este fuera de lugar.
Medias: bien.
Bragas: tapando lo justo.
Brasier: manteniendo a las gemelas en la clandestinidad, por ahora.
Diversión, allá vamos.
Con mi mente funcionando a mil recitando un mantra y eventualmente, realizando prácticas de relajación, olvido todo y me aventuro a lo desconocido.
Recordando las palabras de Mixsy, muevo con exageración mis curvas.
Nos formamos en un pequeña fila antes unas puertas de cristal con papel ahumado. Decir que eso me inquieta un poco, es que no estoy siendo justa conmigo misma. A penas y las voces de las personas ensombrecen el sonido tenue de la música del otro lado, mientras la ansiedad se respira en el ambiente.
Ocho personas después y es nuestro turno de ser admitidas en la "fiesta de la perdición" como la llama educadamente mi amiga.
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Signore Balbieri
Romance"Todo buen cazador alguna vez termina intercambiando el lugar con su presa"