Ese día.

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Ese día, Akane Aoi se preparó como de costumbre para ir a clases.

Ya saben; se peinó, arregló su uniforme, se miró en el espejo y puso su mejor sonrisa.

Salió de casa, tarareando una canción que junto con su mejor amiga había compuesto durante las horas del club de jardinería.

Miró a ambos lados antes de cruzar las calles.

Saludó a conocidos y extraños en su camino a Kamome.

Trató de ofrecerle un poco de atún al gato callejero que unos días atrás la había arañado.

Tomó el metro y nunca bajó.

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Esa tarde, su mejor amigo preguntó por la pelimorada; sin embargo, su madre no sabía nada.

Pues Aoi había salido de casa, con rumbo a la escuela; pero no llegó a su destino.

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Esa noche, su mejor amiga y su novio llegaron a la casa de la reina de Kamome, esperando ayudar como pudieran. Ya fuera marcando incontables veces su número, contestando a las preguntas de los oficiales o simple y sencillamente sirviendo de apoyo emocional a la preocupada madre de familia.

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Esa semana, los medios cubrieron su caso, los periódicos se llenaron de páginas enteras con notas sobre la desaparición de la joven estudiante, las calles se tapizaron de sus fotografías y sus amigos no dejaron de pegar panfletos y llamar a su celular, aunque estuviera apagado.

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En ese mes, fue encontrada.

Entre lágrimas y sollozos fue despedida.

Los restos de su cuerpo atestiguaban inertes y callados el deje de dolor en la voz de sus seres queridos. Clamando por justicia a un sistema judicial incompetente.

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Un año después, su caso había sido olvidado, menos por aquellos que todavía tenían un vacío en el alma.

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La pelimorada despertó, sintiendo como el aire faltaba en sus pulmones, tomó una bocanada de aire y palpó su rostro húmedo. Sudor empapaba su espalda y frente, lágrimas bajaban por sus mejillas.

Su garganta ardía, casi como si hubiera gritado hasta quedarse sin voz, sus muñecas dolían, parecido a cuando alguien te toma por la fuerza para no dejarte ir y su cuerpo temblaba, temeroso de algo que ni siquiera ella terminaba de comprender.

Observó a sus alrededores.

Estaba en su cuarto, era de madrugada.

Se relajó, y luego de tomar un poco de agua, regresó a la cama.

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Ese día, Akane Aoi se preparó como de costumbre para ir a clases.

Ya saben; se peinó, arregló su uniforme, se miró en el espejo y puso su mejor sonrisa.

Salió de casa, tarareando una canción que junto con su mejor amiga había compuesto durante las horas del club de jardinería.

Miró a ambos lados antes de cruzar las calles.

Saludó a conocidos y extraños en su camino a Kamome.

Trató de ofrecerle un poco de atún al gato callejero que unos días atrás la había arañado.

Tomó el metro.

Y llegó a su destino.

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A/N: Basado en un sueño/pesadilla que tuve en alguna ocasión. La verdad es que los feminicidios siempre me han hecho sentir bastante ansiosa, deprimida y desanimada...

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