En cuanto llegó al departamento de la joven cuyo accesorio para el cabello llevaba entre las manos, lo primero que notó fue la puerta abierta, e inmediatamente alertado sacó su arma y la preparó. Dispuesto a atacar a quien fuera que se encontrara en aquel lugar en caso de ser hostil.
Abrió con cautela, maldiciendo internamente el chirrido de las bisagras conforme su figura se asomaba para inmediatamente después cerrarla tras suyo.
Con paso cauteloso se adentró a la sala de estar, acogedora sin duda alguna pero a la vez extrañamente silenciosa y continuó su andar a través del pasillo que conectaba a las demás habitaciones.
La puerta del baño estaba abierta, y el agua corriendo en el lavamanos le hizo entender que la prisa de la fugitiva era tal que ni siquiera se había tomado la molestia de cerrar las llaves.
En el fregadero de la cocina había más de un plato sucio, y sobre la mesa aún quedaba el rastro de un desayuno americano a medio comer.
Se dirigió hasta la recamara y observó desde el marco como la penumbra parecía proteger los secretos que ahí encontraría; prendió la luz y observó la cama deshecha, mantas y sábanas tiradas, ropa regada y una maleta de mano abierta con todavía algunos objetos personales dentro.
Acercándose al lugar de trabajo de la joven observó distintos objetos revueltos sobre el escritorio, plumas y lápices tirados en el piso al igual que un jarrón con flores amarillas sintéticas que se había deshecho ante el impacto.
Entre el mundo de papeles que había bajo su mirada no vio nada más relevante que lo usual en alguien de su campo laboral; documentos llenos de estadísticas, números, gráficas y demás sin sentido que lamentablemente podía leer como si se tratara de su periódico matutino. Estaba por abandonar cuando, haciendo de lado algunas carpetas, encontró una libreta con girasoles en la portada.
A lo mejor las respuestas que buscaba se encontraban entre aquellas páginas.
Pasó de una en una y se dio cuenta de que no, no había nada más que historias ficticias con tintes rosados y fantásticos, lo sabría él que de un tiempo para acá se había convertido en fiel devoto de esos géneros. Nada que pudiera darle alguna pista sobre ella o lo que con tanto esfuerzo estaba buscando, se trataba simple y sencillamente de un puñado de relatos hechos por una romántica empedernida.
Estaba por terminar de hurgar entre la delicada caligrafía cuando se topó con la última historia en progreso; miró a su alrededor y, una vez confiado en que no había nadie cerca se dejó caer por unos minutos sobre la silla frente al escritorio de madera, colocando su arma sobre el mismo, solo por si las dudas.
Gracias a la luz de la lámpara de trabajo es que logró descifrar el título rayoneado de ese último extracto; "Ideas Descartadas."
Sonrió para sus adentros e inició la lectura, nada como la frustración de un escritor ante la incertidumbre de cómo continuar o finalizar una historia.
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Los años pasaron y conforme el par de gemelos crecieron, también lo fue la aversión de su progenitora hacía ellos. Ocultando su odio y asco detrás de una máscara de obsesiva sobreprotección.
No obstante, para los pequeños de mirada ambarina todo esto quedaba bajo la alfombra una vez su tutora partía durante la noche, pues era entonces cuando podían hacer honor al apodo que la fémina les había otorgado tan cariñosamente; "monstruitos."
Fundiéndose entre las sombras creadas por los árboles aledaños a su hogar era como salían al mundo que durante las horas de luz solar les era prohibido.
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One-shots
FanfictionCreo que el título habla por sí mismo, ¿no? *La obra original JSHK/TBHK pertenece a Aida/Iro*