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Pov.narrador/ra

Perú caminaba de un lado a otro como si se tratase de algún animal encerrado, estaba reuniendo toda su maldita fuerza  de voluntad para no entrar en su habitación  donde había dejado a USA, no quería hacer algo que terminara arruinado la recién amistad  que había formado con el americano.

El sonido del timbre le hizo pegar un pequeño brinco, fue hacía la entrada y abrió la puerta dejándole ver así al mexicano y al ruso los cuales se veían bastante preocupados (más el de Ushaka), se hizo a un lado y les dejo pasar con algo de inseguridad pues no estaba muy de acuerdo que el omega estuviera cerca de él justo cuando tenía su primer celo, sin embargo no sería un idiota y le cerraría la puerta en la cara.

—¿que paso Perú? ¿Que le ocurre al gringo?.— pregunto México buscando a USA con la mirada, más se extrañó al no verle —¿donde esta?.

—en mi habitación— soltó un pesado suspiro, sentía un calor horrible en todo su cuerpo —él no tiene nada, solo está mareado... necesito que le saques de aquí lo más rápido posible.

El de pañuelo marrón le miro extrañado, si el americano estaba bien ¿por que el contrario estaba haciendo tanto escándalo?, no lo entendía, un fuerte olor invadió sus fosas nasales, aquel aroma no era para nada parecido al de USA ni al del ruso, este era fresco y a la vez picoso lo cual le molestaba un poco, miro confundido al peruano el cual había hecho una mueca adolorido, hay fue que lo entendió todo, su hermano estaba en celo, ahora se maldecia por haber dejado que el albino le acompañara.

México rápidamente tomó a Russia de un brazo y lo colocó detrás de él a modo de protección, y no era que pensara que Perú se lanzaría hacia él y lo marcaría o algo, sabía que su hermano jamás haría algo así pues por eso le había llamado, sin embargo, su instinto le había ordenado mantener a salvo al ruso y eso fue justo lo que hizo.

—¡Joder Perú, me hubiera dicho de esto! ¡¿por qué carajo no te has tomado una píldora o algo?!— grito con preocupación y algo de molestia.

—¡lo hice! ¡me he tomado literalmente una caja completa de supresores!— y no mentía pues lleva un largo rato tragando pastillas pues estás no querían hacer efecto y las que lo hacían no duraban mucho por lo que tenía que estar cada tanto ingiriendo estás —por favor, saca a USA de aquí lo más rápido que puedas, no se cuanto podré aguantar.

México sólo asintió con la cabeza, tomó a un asustado ruso de la mano y lo jalo consigo hacia donde se suponía y estaba la habitación del peruano, ya frente a esta, abrió la puerta y ambos entraron encontrándose con nada más y nada menos que el estadunidense acostado en la cama del Inca y siendo rodeado por prendas de este como si de un nido se tratase. Al mexicano por poco y se le escapa una carcajada al ver al orgulloso USA en medio del improvisado "nido" (el cual estaba seguro y había hecho él mismo) mientras abrazaba una almohada y en su rostro se podía ver un notable sonrojo.

De su bolsillo sacó su teléfono, lo desbloqueó y entró a la app de cámara, no pensaba desaprovechar la oportunidad de poder burlarse luego del Americano.

''•''•''•''•''•''

Estaba mareado y bastante desorientado, sin dudas una sensación sumamente horrible para él, nunca le había pasado tal cosa por el olor de un alfa.

Su cuerpo ardía un poco, sin embargo no era una sensación molesta, era cálido y en cierto modo agradable, aunque sentía que faltaba algo, no sabía que, pero algo le molestaba, con dificultad se levantóde la cama en la que estaba y mira a su alrededor.

—A-alfa...— susurró bajo, su omega interior había olfateado el aroma a yerba buena y alfalfa que desprendía el peruano.

Soltó un pequeño sollozo, acercó sus piernas a su pecho y abrazó estás para así "auto consolarse", no sabia que le pasaba ni tampoco porque estaba actuando de aquella manera, sin embargo si sabía una cosa, y eso era que todo era culpa de Perú.

—i-idiota.— suspiro y luego aspiro todo el aire que puedo llenando así sus pulmones del olor del Inca el cual le había empezado a gustar —es un idiota... y-yo soy un idiota.

USA se levantó de la cama y se acercó al armario de donde empezó a sacar varias mudas de ropa pertenecientes al peruano las cuales fue acomodando en la cama haciendo una especie de "paredes" con estas, tomo una camiseta la cual le había llamado mucho la atención, era de un color rojo ladrillo y tenía una calavera Blanca en el medio, esta prenda era al parecer la que más tenía el olor de Perú en ella, al parecer era una de sus favoritas. Él americano llevo esta a su nariz y comenzó a olerla, si tuviera cola estaría seguro de que se estuviera moviendo de un lado que otro debido a la alegría que estaba experimentando su omega interno por haber encontrado tal "tesoro"

Se comenzó a quitar su propia camiseta y la tiró por ahí sin mucho interés mientras que él se ponía la camiseta ajena sintiendo una seguridad increíble al traer esta puesta, se abrazó a si mismo para luego tirarse en la cama y en su pecho "nido" tal vez esperaría a que el peruano volviera o simplemente dormiría un rato y disfrutaría del aroma del bicolor.

Continuará...

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