Veintiuno

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¿Por qué se lo había dicho? Joder, ¿por qué lo había soltado sin más sabiendo que Lauren no estaba preparada para escuchar algo así?

Después de todo ella estaba descubriéndose, había vivido en carne propia lo que el conocimiento de saberte diferente causaba, el terror que podía sentirse.

Deseaba ser empática, ponerse en sus zapatos porque, después de todo, eran mejores amigas y eso era lo que hacían, ¿verdad? Sin embargo, era difícil porque sentía que su corazón estaba a punto de romperse. Quería regresar el tiempo para respirar profundo y calmarse, las cosas habían estado tan bien y ahora estaban tan mal.

Apresurada, entró esa mañana a la escuela y la buscó en el pasillo central. Cuando no la encontró se dirigió al casillero de la chica. La vio al cruzar la esquina, se detuvo en seco y tragó saliva con nerviosismo. No sabía si estaba asustada por su declaración, molesta, asqueada, no tenía idea de lo que pasaba por la mente de Lauren.

Quería pensar en finales felices, en ellas dos estando juntas, pero ella no la había llamado, no había intentado comunicarse ni una sola vez y no había contestado a sus llamadas. Por lo que sí, _______ estaba preocupada.

Se aproximó, mirando fijamente la espalda de su mejor amiga, quien sacaba libros del compartimento metálico. Paró la caminata a pocos pasos de ella, la ojiverde se tensó como si supiera quién estaba detrás suyo.

-¿Podemos hablar? -preguntó la pelinegra con la voz temblorosa.

Hubo un minuto de silencio, el cuerpo de su amiga estaba rígido, era obvia la incomodidad entre las dos.

-No puedo hablar justo ahora -soltó, se dio la vuelta sin mirarla y empezó a caminar rumbo a la primera clase.

La más alta soltó un suspiro, toda la situación la agotaba, no había podido cenar ni dormir ni desayunar, solo quería que todo volviera a la normalidad, a esos tiempos donde salían de la escuela y pasaban un rato en la arboleda o en aquel donde jugaban a videojuegos mientras tomaban cerveza.

Por primera vez quiso alejarse de Lauren, borrar los besos, las caricias y las risas, solo quería a su mejor amiga de vuelta, pero estaba segura de que esta jamás regresaría.

Se emparejó a su costado y le tomó el codo para detenerla, no le importó que estuvieran en medio del pasillo, ¿qué más daba ya? ¿Qué importaba si lo perdía todo? Ya nunca sería lo mismo entre Lauren y ella, jamás podrían sentarse en el sofá e ignorar lo que habían compartido todas esas semanas, lo hecho estaba hecho y debían seguir adelante.

Necesitaba saber si al menos tendría oportunidad alguna vez o sería mejor pasar la página. Era cansado amar con locura a alguien que no estaba dispuesto a amarte de vuelta. Definitivamente no quería ser la estúpida de siempre, la que la seguía a todas partes sin importar cuánto la hirieran sus acciones.

-Por favor, Lolo, solo hablemos -dijo mirando su nuca. -No quiero presionarte, ya no lo haré, quiero que arreglemos las cosas y las dejemos claras. Jamás me atrevería a dañarte de ningún modo, sabes lo que siento por ti.

De pronto, ocurrió algo que no había esperado que sucediera, alguien la agarró de la camisa retorciendo la tela y la estampó en la fila de casilleros con fiereza, causando un estrépito que hizo que soltara un sonido lastimero y que muchos se detuvieran a mirar el evento.

La pelinegra apretó la mandíbula cuando vio los ojos furiosos de Camila Cabello, la chica que disfrutaba al molestarla. ¿Por qué precisamente ella había tenido que escucharla?

Quiso golpearla, pero la chica, a pesar de ser más pequeña, cerró sus manos en su cuello, aparentándolo. Camila tenía el rostro de color rojo, parecia un volcán erupcionando, la observaba con rabia y rencor. Sus peores temores explotaron frente a ella cuando la agresora abrió la boca.

-¿Te está molestando esta imbécil, Lauren? -preguntó a la otra que miraba la escena con los ojos desorbitados y la frente sudorosa.

________ le dio una mirada de reojo y quiso maldecir, estaba pálida, más de lo normal, parecía que iba a desmayarse en cualquier momento. Pasaba por un ataque de pánico, no podía hablar ni moverse, solo mirar. Camila no dejaba de observar a la pelinegra, no paraba de apretarla, de bufar como un toro encolerizado en su rostro.

Los otros estudiantes crearon un medio círculo a su alrededor, algunos sacaron sus celulares para tomar fotografías y videos. Habían unos cantos que parecían asustados, el resto solo se entretenía. Dios, todo era una mierda.

Se había acabado el engaño, la escuela se iba a enterar justo ahí, con ella pegada a un casillero, todo por no haber mantenido la boca cerrada. Posteriormente se enteraría su padre y, si eso sucedía, no tenía idea de qué iba a hacer. Su corazón comenzo a latir desenfrenado, la adrenalina corrió por sus venas y sus yemas picaron.

-¿¡Qué es lo que sientes!? -exclamó Camila con los dientes apretados. ¿Acaso eres lesbiana? ¿Te gusta lamer vaginas, hija de puta? ¡Estás enamorada del culo de Lauren?

No dijo nada, se limitó a aplanar los labios. El acto hizo que el enojo de la cubana aumentara.

-¡¡Contesta!! -gritó. ¿¡Eres una puta homosexual!?

Una amargura invadió su boca, su pecho, su corazón al ver que su mejor amiga no hacía nada. Seguía mirando pasmada cómo la bomba iba a explotar y no intentaba defenderla, prefería esconder su culo, asustada. Entonces lo supo, la ojiverde solo había querido experimentar, divertirse, y ahora no sabía cómo deshacerse de ella. No iba a aceptar nunca el amor de la más alta porque no la veía de esa forma, todo el panorama de la chica se aclaró. Ella había dicho que estaba confundido y quería averiguar, por eso no dejaba a Tony, porque lo quería; ella más podría competir contra eso, y si pudiera no lo haría, ya que estaba agotada.

Le cansaba fingir, sonreír cuando quería echarse a llorar, escuchar las exigencias de su padre; le cansaba toda esa gente.

-Sí -susurró, y los alumnos que observaban se quedaron en silencio al escuchar la confesión.

Camila lanzó una carcajada que rompió la mudez y volvió a golpear su espalda contra el casillero. Oh, ella lo estaba disfrutando demasiado, _______ no podía entender por qué mierdas le desagradaba tanto como para hacer algo así.

-iLo sabíal! Y te gusta tu mejor amiga, ¿no? Pero iqué romántico! -no podía comprobar las reacciones del resto, sin embargo, escuchaba algunas risas, también quejas. Alguien pidió ayuda a gritándole a un profesor. Se estaba saliendo de control. Y no, no quería enfrentar una junta con padres de familia, mucho menos una donde su padre estuviera involucrado. -No te metas con ella ni con nadie, no puedes convertir a alguien en anormal.

-Quizá deba clavarte mis colmillos para que te hagas lesbiana, Mila, estoy seguro de que te encantará también a ti -dijo sarcásticamente, ocasionando que algunos rieran, excepto Camila, las aletillas de su nariz se abrieron con rabia. -¿O es que ya te han mordido y no sabes qué hacer? ¿Quieres que te dé una probada?

La estaba provocando, pues lo último que quería era morir por ahogamiento, estaba segura de que eso bastaría para que se alejara.

-¡Maldita hija de perra! -exclamó antes de soltarla y echarse hacia atrás como si quemara.

_______ hizo un movimiento rápido: llevó el puño hacia atrás y luego hacia adelante, le propinó un golpe en el pómulo a la cubana, quien cayó al suelo. Era una habladora, una chica débil que quería mostrar valentía a los demás actuando como una imbécil; pero ahí estaba la homosexual, golpeándola, aunque habría preferido no hacerlo.

La pelinegra re acomodo su mochila, se quedó mirando a Lauren, esperando que por lo menos hiciera lo que cualquier amiga habría hecho: apoyarla en un momento difícil, reaccionar y no dejar que la humillaran en público. Pero no ocurrió absolutamente nada, ella la miró, luego apartó la vista con vergüenza.

El corazón de la más alta se rompió en mil pedazos, abrió la boca para respirar, era doloroso darse cuenta de la verdad, de que ella la habría defendido, aunque eso significara quedar en ridículo; pero no Lauren, nunca Lauren, jamás Lauren, pues era _________ la que siempre lo entregaba todo.

Lanzó una risotada carente de alegría, se dio la vuelta y caminó hacia la salida, sintiendo las miradas clavadas en su espalda, sintiendo como su mundo roto se quedaba en el suelo de Beacon High.

La Sintonía de los Colores (Lauren Jauregui y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora