La Sintonía de los Colores (Lauren Jauregui y tú)

Diez

El martes su madre entró a la habitación y le informó de que su padre y ella irían a una de las reuniones de la iglesia, lo cual quería decir que no dormirían en casa, pues se desvelarían alabando a Dios. Era una ocasión especial que ocurría al menos una vez al mes. Cuando era más chica, el señor O'Connell la obligaba a arrodillarse para orar, aunque estuviera cansada y tuviera que ir a la escuela al día siguiente; pero al crecer las cosas cambiaron, no era que no le gustara la iglesia o hablar con el creador, era que odiaba que le impusieran las cosas.

Es como cuando consumes con demasía algo porque te gusta, eventualmente pierde el sabor dulce con el tiempo y se vuelve ordinario. De tantas veces que había sido obligado, a los diecisiete años _______ ya no quería poner un pie en la iglesia a pesar de que su fe seguía ahí.

Sin contar que pasaba un rato con Ally luego a almorzar algo, cosa que ya no volvió a pasar desde que dejó de ir a la iglesia, y al parecer la rubia estaba en un retiro espiritual por lo que le comentó su madre.

Se despidió de ella e ignoró a su padre, quien la contemplaba con los labios convertidos en una línea recta, después subió las escaleras y se encerró en su habitación poniendo el estéreo a todo volumen, Fall Out Boy resonaba, ella se dejó caer en el colchón y miró el techo, recordó lo que hacía unos días había pasado.

¿Qué había sido ese acercamiento? ¿Por qué demonios Lauren la había tocado de esa forma? De solo recordarlo la adrenalina hizo estragos en su entrepierna. Todo había sido demasiado excitante para ser cierto, todavía podía sentirla a sus espaldas, su respiración soplando en su nuca, sus dedos moviéndose intencionadamente sobre su vientre, sus pechos aplastándose contra ella, ¿lo había hecho a propósito para provocarla? ¿Era una case de prueba? ¿Acaso a Lauren le gustaban las mujeres también?

La chica estaba confundida, demasiado.

El timbre sonó y la sacó de sus pensamientos, así que se puso de pie y bajo las escaleras dando saltitos. Comprobó por la ventana y el corazón le dio un brinco violento al ver quién estaba afuera.

-Creí que entrenarías hasta tarde -dijo la pelinegra al abrir y hacerse a un lado para que su amiga pasara.

Llevaba una caja de pizza y un paquete de seis cervezas. Seguramente llevaba M&M's en alguna parte, ella estaba obsesionado con los pequeños chocolatitos de colores.

-Fitzgerald nos dejó salir antes porque tuvo un contratiempo -contestó encogiéndose de hombros.

Con confianza se dirigió a la escalerilla para ir al cuarto de la chica, esta última la siguió después de asegurar la puerta. Se detuvo antes de entrar y la contempló, ya estaba sentada en el suelo con la
espalda pegada a uno de los costados de la cama, la caja de cartón estaba abierta mostrando la masa redonda llena de queso, salsa de tomate, jamón y champiñones.

Laur abrió una lata y le dio un trago trago, después agarró un trozo de pizza y se lo llevó a la boca, hizo todo eso sin dejar de mirar a su mejor amiga, quien seguía en el umbral. _______ fue y se sentó al otro lado, dejando la comida entre las dos.

Tomó cerveza y comió, amaba el queso derretido con salsa de tomate, la ojiverde lo sabía. Recostó la cabeza en el borde de la cama y disfrutó del silencio.

El celular de la más baja timbro, ella bufo e ignoró la llamada, algo muy raro, pues era bien sabido que era adicta a su teléfono móvil.

-¿No vas a contestar? Puede ser Clara o tu abuela.

-Nah, es Tony - dijo y aventó la orilla de masa a la caja -Últimamente no me deja respirar, se pasa llamando cada cinco minutos, siento que me ahoga.

-¿Ya se lo dijiste? Si no le contestas las llamadas probablemente pensará otras cosas y entonces hará un lío que puede prevenir -la chica tomó la última rebanada y apartó la caja de cartón poniéndola sobre su cama.