Siete

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Maratón (3/3)

***

-Así que... -Lauren suspiró para ahogar el nerviosismo en lo más profundo de su ser. ________ jamás estuvo tan callada antes, tragó saliva y la miró, esperando que dijera algo, pero no lo hizo, tan solo le regresó la mirada. Se preguntó qué estaría pensando. -Las cosas entre nosotras no van a ponerse raras, ¿verdad?

-¿Quieres que se pongan raras? -la pelinegra soltó  una carcajada al ver su mirada furibunda, luego carraspeó ya más seria. -Oye, eres mi mejor amiga y te quiero, lamento no habértelo dicho antes, tenía miedo de que fueras como esas lunáticas que detestan a los homosexuales. Creí que me odiarías.

-Estás siendo cursi -dijo la otra, divertida.

A la más alta le dio un vuelco violento el corazón, pues la ojiverde se mordió el labio para retener la risa. Miró hacia otra parte y guardó las manos en los bolsillos de su pantalón.

-Es una broma -la escuchó, viendo fijamente un punto de la acera. -Eres importante para mí, lo  sabes de sobra, me molesté porque crecí a tu lado, compartimos casi todo y nunca me di cuenta. Me enojé porque yo nunca puedo esconderte nada y tú  te escondiste de mí todo el tiempo. Me hubiera gustado regresarte el favor en los tiempos difíciles.

Oh, Dios, no tenía ni idea de que la única cosa difícil era verla y ansiar arrancarle la puta boca. Eso estaba muy jodido, ella estaba realmente jodida.

-No quiero agobiarte, _______*, solo te pido  tiempo para acostumbrarme -la miró y asintió. El rostro de la chica se relajó, esbozó una sonrisa pícara de lado, supo inmediatamente que cualquier cosa  que fuera a decir la haría desear romperle  la  nariz. -Todos estos años te diste un buen festín visual con  este cuerpo.

Sip, quería machacarla. Giró los ojos y lanzó un bufido, escuchando una serie de carcajadas que, muy a su pesar, la divirtieron. Lauren podía llegar a ser bastante vanidosa, pero siendo sinceros, si luces como Lauren Jauregui pues debes aprovechar.

-Madura, Lolo, no fue nada del otro mundo -eso  haría a partir de ahora, escondería cualquier sentimiento fuera de lugar hasta que se ahogara por falta de aire y muriera en lo más profundo. Cuando todo estuvo silencioso de nuevo, las amigas se contemplaron. -Gracias por aceptarme.

La ojiverde le dio una sonrisa y golpeó amistosamente su rostro, antes de despedirse y entrar a su casa. De pensar que la perdería, ahora sabía que debía dejar atrás sus sentimientos y darle la amistad sincera que se merecía. Sabía que Lauren le guardaríael secreto que, aunque tarde o temprano saldría a la luz, por el momento ________ aguardaba.

Regresó a donde su familia, no feliz, tampoco triste; al menos las cosas salieron mejor de lo que creyó.

*****

Semanas después entró al mismo restaurante, tal vez era una decisión estúpida, las cosas podrían escaparse de sus manos; pero le importó poco. Se sentó en la barra y la contempló haciendo una bebida.

La verdad es que era muy guapa, su barbilla afilada, su cuerpo trabajado y sus ojos café intenso eran la combinación perfecta para crear desastre y peligro. Sirvió cervezas a un grupo de jóvenes y luego se  acercó a ella, sonreía de lado. La pelinegra frunció el ceño, ¿ya sabía que estaba ahí o qué demonios?

-Te vi cuando entraste, ¿qué te sirvo? -dijo Normani con la ceja alzada.

-¿Qué me ofreces? -recibió  una  risita  entre  dientes y recordó  la segunda vez que se encontraron, la conversación le resultó familiar. Sí, esta chica le gustaba muchísimo. Le agradaban las arruguitas que aparecían en las esquinas de sus ojos al reír y cómo lamía continuamente su labio inferior. Alcanzó a ver un destello que no vio antes, había un piercing diminuto en su ceja. Era una chica mala, justo lo que necesitaba.

La Sintonía de los Colores (Lauren Jauregui y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora