Veintitrés

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Dancing With A Stranger - Sam Smith ft. Normani Kordei

🫰🏻

El resto de esa semana y toda la siguiente no asistió a la escuela, con ayuda de Normani consiguió empleo en el mismo restaurante donde trabajaba. La dueña del local era una señora amigable que escuchó su historia hasta el final, no dudó ni un segundo al darle el empleo, incluso sabiendo que ______ era menor de edad - aunque casi cumplía los dieciocho-. Le dieron su uniforme de mesera y un casillero para que guardara sus cosas.

El sueldo no era poco ni mucho, lo necesario para comprarse en las primeras dos semanas unas cuantas prendas, pues su ropa seguía en casa de sus padres, y unos zapatos. La verdad era que Normani estaba ayudándole un montón, no le cobraba su estadía, tampoco los alimentos que consumía, así que intentaba no ingerir demasiado, pues no quería importunar; bien decían que el muerto y el arrimado a los tres días apestaban, decidió no causar molestias, ayudar con los quehaceres y dar un porcentaje de su sueldo para pagar la luz.

Las cosas estaban yendo muy bien, para ser sinceros. Lo único que le preocupaba era la escuela. No tenía idea de qué iba a pasar ahora, por más empleos que tuviera no podría pagarla, esperaba que su padre no retirara los pagos, pues en caso de que lo hiciera estaría perdida. No podría entrar a la universidad, se estancaría.

Decidió volver, el moretón en su rostro seguía en la misma posición, excepto que la coloración había bajado considerablemente. Los nervios le carcomieron la garganta cuando dio el primer paso en el interior del recinto escolar. No bajó la mirada, tampoco se concentró en las personas que cuchicheaban a su alrededor; no, ella siguió caminando directo a su casillero. Y habría llegado de no ser porque el coordinador la paró en seco, plantándose en su camino.

-________, estábamos preocupados, faltaste estas semanas y no sabíamos de ti -dijo el maestro. Apenas levantó el rostro, el coordinador clavó la mirada en su moretón. La chica se encogió de hombros, pues no sabía qué responder, no le gustaba que le tuvieran lástima. -El director necesita hablarte de algo.

Esas simples palabras hicieron que un abismo se extendiera delante de ella.  Asintió y se dio la vuelta para dirigirse a la dirección, consciente de que era muy probable que recibiera malas noticias. La secretaria le pidió que esperara en la recepción, se sent en una sillita, mirando fijamente un florero lleno de margaritas. Recordó a su madre, porque era sus favoritas, y el corazón se le hizo un nudo, no pudo evitar sonreír, pues rememoró un cumpleaños en el que le había regalado una de esas florecillas. La señora Olivia le había dado un beso en la mejilla y había andado todo el da con la margarita decorando las hebras de su cabello.

Quería a su madre, pero no la había llamado ni una sola vez, así que supuso que le estaba dando la espalda también y eso dolía como el inferno. Se limpió una lagrimita traicionera justo cuando la secretaria le dijo que podía pasar a la oficina. Ya había estado unas cuantas veces ahí para recibir castigos y un diploma. El director era formal y recto, siempre llevaba traje y corbata. Tenía los cabellos medio canosos y duros debido al gel y los zapatos más brillosos que un suelo lustrado.

-Toma asiento, ________ -hizo lo que le pidió y tragó saliva con nerviosismo. -Seré directo: lamento muchísimo lo que pasó el otro día con la joven Cabello, ya fue sancionada por su falta, una alumna me trajo la evidencia, así que no tines que preocuparte por ello. Por lo que sí debes preocuparte es porque tu padre me habló hace unos días para decirme que no dará más mensualidades, me pidió que te diera de baja.

La chica agachó la cabeza, los ojos se le nublaron debido a la impotencia, al dolor. Su propio padre lo estaba arruinando solo por no ser lo que él quería que fuera; era triste y desgarrador.

La Sintonía de los Colores (Lauren Jauregui y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora