La llegada a la Academia Kennedy

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-Aria Montgomery, si no bajas ya el autobús se irá.- Mike, mi hermano mayor me dijo. Nos estábamos marchando al internado donde estudiábamos mis hermanos y yo. Mis padres trabajaban mucho y prefirieron meternos en un internado, aun que tampoco se llamaría así. Dormimos allí porque está en Montana, mis amigas de Rosewood también iban allí a estudiar así que no era tan malo.

-Ya bajo, Mike. Estoy poniéndome la chaqueta.- Le contesté.

Además de Mike y yo también estaban mis hermanas menores Lauren y Sophia, que eran más pequeñas que yo que tengo 17. Lauren tiene 16 y Sophia acaba de cumplir los 15. Si, cada uno nos llevamos un año.

Bajé corriendo las escaleras y ya que mis maletas estaban todas abajo no tuve que bajarlas.

Era finales de Agosto y ya teníamos que irnos a Montana, si en Agosto. Ya que habíamos pasado todo el verano en Rosewood tenemos que volver antes para preparar nuestras habitaciones. Mis hermanas y yo compartimos habitación porque nuestros padres lo quisieron así.

Otra razón por la que estamos en este internado es porque el internado es de nuestros abuelos, son los directores. Lo fundaron hace unos años, pero fue un orfanato. Allí adoptaron a mi tío Louis, que trabajaba allí de conserje.


Todos nos montamos en el bus y nos fuimos al aeropuerto, donde cogeríamos el avión que nos iba a llevar al otro lado del país.

Después de casi 7 horas de vuelo, por fin llegamos a Montana, donde nos recogieron nuestros abuelos, los había echado tanto de menos.

-Mis chicas y mi chico, cuanto habéis crecido este verano.- Ella nos dijo dándonos un beso a los cuatro.

-Buenas tardes, abuela.- Le dijimos abrazándola y después fuimos a abrazar al abuelo que estaba a su lado.

En teoría no podíamos salir del internado, pero gracias a que éramos los nietos de los directores nos dejaban salir, siempre que fuésemos con tío Louis.

-Subamos al coche, no queremos llegar tarde.- Dijo mi abuelo.

Mi abuelo siempre iba de duro con  los demás alumnos, pero cuando se trataba de sus nietos... era todo un blandengue.

Una vez allí, mi hermano se fue con nuestra abuela para que le ayudara a preparar su habitación, ya que era el único chico a demás de mi padres, compartía habitación con dos de mis primos. En el internado estábamos casi toda la familia, así que conocíamos a todo el mundo y éramos bastante populares.

-Chicas, si necesitáis algo ya sabéis donde encontrarme.- Mi abuelo nos dijo antes de irse.

-¿Habrá algún profesor nuevo?- Lau preguntó con curiosidad. No todos los años había profesores nuevos, la mayoría de los que estaban aquí tenían por lo menos 50 años.

-No lo se, podríamos preguntarle a la abuela cuando venga.- Le dije sonriendo.

-¿Os acordáis de cuando el abuelo despidió a ese hombre que no dejaba de mirar el culo a las chicas? Le he visto cuando veníamos aquí.- Dije.

-¿Sí? Yo he escuchado que ahora tiene una empresa de su padre que ha muerto.- Mi hermana Lau me contestó.

Sophia seguía con los ojos pegados a la pantalla.

-Mira Aria, está saliendo Lucy.- Dijo ella sonriendo. Lucy era una actriz y cantante que nos encantaba a las tres. Teníamos cada cosa que había sacado y nuestra habitación estaba empapelada con sus póster.

Las tres nos sentamos en el sofá y vimos el anuncio de Pretty Little Liars, nuestra serie favorita y en la que salía Lucy.

-Estoy deseando que sea martes para ver PLL.- La dijo sonriendo.

-Hola chicas.- Mi abuela dijo entrando en la habitación.

-Hola abu.- Dijo Sophia.

-Abu, ¿sabes si hay algún profesor nuevo?- Preguntó Lau.

-Si, uno un poco más joven de lo normal. Su nombre es Ezra Fitz.- Ella nos contestó.

-¿Abu, crees que puedo salir a comprar unas cosas para clase?- Le pregunté. La verdad era que no quería comprar nada, simplemente quería salir a la calle para fumarme un cigarro y en la escuela estaba prohibido fumar.

-Claro, pero tienes que volver antes de que sean las 8'30.- Ella me dijo dándome dinero.

-Gracias, abu, prometo que no llegaré tarde.- La di un beso en la mejilla y salí de la habitación.

Salí del internado y saqué mi paquete de tabaco de la cinturilla de la falda.

Nadie sabía que fumaba, así que lo tenía que hacer a escondidas.

-¿No crees que eres demasiado joven para fumar?- Alguien me preguntó detrás de mi.

El Internado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora