De desconocido a muy conocido.

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-¿No crees que eres demasiado mayor como para meterte en la vida de los demás?- Le pregunté dándome la vuelta. Cuando me di la vuelta, casi se me cae el cigarro de la boca. Delante de mi estaba el hombre más sexy que había visto jamás.

-¿Que haces aquí?- El me preguntó.

-¿Eres alumno del internado?- Le pregunté.

-No, soy profesor.- El me contestó sonriendo.

-Tengo que irme, tengo que llegar antes de las 8.30.- Le dije mientras empezaba a andar.

-Son las 7'50, ¿quieres que te lleve donde sea? Llegarás tarde si no lo hago.- El me dijo sonriendo. Tenía una sonrisa de niño que hacía que mi corazón y otras partes de mi cuerpo dieran un vuelco.

-Gracias, mi abuela me castigaría si no llego a las 8.30.- Le dije.

-¿Quien es tu abuela?- El me preguntó.

-La directora.- Le dije sonriendo.

-¿Eres Rose?- El me preguntó.

-Si, pero mi apellido es Montgomery, por mi padre.- Le contesté.

-Hay varios Montgomery ahora que lo dices. ¿Tienes hermanos que estén en el internado?- Me preguntó.

-Si, 3. Pero también están mis primos.- Le dije.- ¿Cómo es tu nombre?- Le pregunté.

-Ezra Fitz.- El me sonrió

-Aria.- Le dije sonriendo también.

Cuando llegamos a la tienda salí rápido del coche y compré varios lápices y rotuladores y me monté de nuevo en el coche de Ezra.

-Gracias por acercarme.- Le dije.

-De nada.- El me contestó.

Cuando llegamos al internado de nuevo eran las 8'05. Salí corriendo a mi habitación y me encontré con una nota.
Aria, hemos ido a cenar con los abuelos. Cuando llegues baja al comedor, te estaremos esperando.
Lau y Soph.

Decidí que los llamaría y diría que había cogido algo de comida cuando fui a la ciudad para librarme y me cambié de ropa para salir a dar un paseo con la esperanza de encontrarme de nuevo con Ezra.

Salí de la habitación y escondí el paquete de tabaco entre mi ropa interior y los pantalones.

En el bosque de la escuela había una cabaña escondida que nadie sabía que estaba allí. Me fui allí y me puse la música de mi móvil y la conecté a los altavoces y empecé a bailar mientras fumaba y bebía algo de whisky que tenía. No era fácil meter alcohol aquí y menos comprarlo con 17 años, pero es lo que hay cuando se tiene un carnet falso.

Nadie sabía de esta cabaña por lo que era solo para mi, la había arreglado y ahora estaba mejor de como la encontré.

Después de un rato de baile sentí dos manos en mi cintura y un cuerpo pegado al mío.

No miré hacia atrás para saber quien era, porque su colonia se había olido en todo el coche hace un rato.

Nuestros cuerpos se rozaban por todos lados, le notaba duro en la parte baja de mi espalda baja y su mano ahora estaba más abajo de mi cadera.

Sus labios estaban pegados a mi oído, donde estaba dejando un rastro de besos. Puse mi mano en su culo y lo pegué más a mi, necesitaba sentirlo bien.

Cuando ya no pude aguantar más me giré y rodeé su cuello con mis brazos mientras presionaba sus labios contra los míos, unos segundos después mis piernas estaban alrededor de su cintura y estaba moliendo mi vagina contra su pene.

-¿Qué me estás haciendo?- El me susurró.

Yo gemí cuando el se sentó en el sofá viejo que había y nuestros miembros se rozaron de nuevo.

-Te hago la misma pregunta.- Le dije separando mis labios de los suyos por un momento. Le volví a besar y empecé a desabrochar su camisa dejando su pecho a la vista.

Me separó un poco de el y me quitó la camiseta que llevaba puesta dejándome en mi sujetador y en los pantalones cortos que llevaba, pero eran tan cortos que se me veía un poco el trasero. Sus manos estaban haciéndome gemir mientras amasaba mi trasero.

Ezra cada vez estaba más duro debajo de mi por lo que desabroché también sus pantalones y los míos.

-¿Quieres quitármelos tu o me los quito yo?- Le dije seductoramente. Me levantó de nuevo, yo estaba de pie enfrente de el con sus manos en mis caderas y él dándome besos en el estómago. Cada vez bajaba más y ahora sus labios estaban al ras de mis pantalones desabrochados. Los empezó a bajar y sus labios bajaban con ellos. Cuando los pantalones estuvieron fuera se dio cuenta del paquete de tabaco en el tanga.

-Eres sexy.- El me dijo cogiendo el tabaco y dejándolo en el sofá. Me puso de nuevo a horcajadas y empezó a moler de nuevo.

-Te necesito dentro de mi.- Le susurré. Sus pantalones y mi tanga salieron dejándonos a ambos desnudos enfrente del otro.

-Se supone que no debería de estar sucediendo esto.- El me dijo.

-Pero está sucediendo.- Le susurré.

Su pene rozó mi entrada haciéndome gemir varias veces.

-Espera.-Le dije.

-¿Qué pasa? ¿Has cambiado de idea?- El me preguntó. 

-No, es solo que... es la primera vez que hago esto.- Le dije.

-¿Eres virgen?- El me preguntó sorprendido y yo me separé un poco de el.- No, no quería decirlo así. Pensé... como eras así pensé que lo habrías hecho más veces, podemos parar y hablar. Prometo que no diré nada sobre este escondite, pero desde mi habitación se veía la luz por la ventana y bajé a ver que era y te vi allí...- El me dijo.

-Estoy un poco borracha.- Dije riéndome.

-Has bebido un poco demasiado whisky.- El dijo mirando la botella que estaba en la mesa medio vacía.

-La botella solía estar llena.- Le comenté. Nos empezamos a vestir de nuevo y nos sentamos en el sofá, solo para hablar.

El Internado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora