Solo nosotros.

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Cuando nos despertamos al día siguiente Ezra me empezó a besar y sus manos empezaron a acariciar mis pechos. Luego, sus manos encontraron el camino entre mis piernas, las abrió y el bajó su cuerpo hasta que su cabeza estaba a la altura de mis caderas. El me miró y me sonrió antes de hundir su lengua en mi coño. Llevé mis manos a su cabeza y le acaricié el pelo. Mi espalda se arqueó con el placer que Ezra me estaba dando.

-Oh, Dios Ezra.- Gemía. Pude sentir su sonrisa en mi coño. Cada centímetro de mi estaba encendido y notaba que estaba apunto de correrme, pero el paró, se levantó y de un golpe se metió dentro de mi haciéndome jadear.

Nos empujé para quedar en la cima y empecé a saltar encima de el. Apoyé mis manos en su pecho y disfruté de nuestros cuerpos.

Sus manos se encontraron en mi culo, siempre había sido su parte favorita. Me volvió a tumbar en la cama pegando nuestros pechos, mis piernas al rededor de su cintura. Me folló duro y rápido, como a mi me gustaba. Se levantó un poco y me mordió uno de los pezones mientras una de sus manos jugaba con el otro. Yo seguía gimiendo debajo de el, tenía la necesidad de que me follara más rápido, más y más y más. Mi mano pasó entre nosotros y empecé a acariciarme el clítoris. Ezra me sonrió y miró a mi mano.

-¿Te gusta tocarte mientras no estoy verdad? Te gusta meterte los dedos, pero nada es comparado a cuando te hago el amor.- El me dijo yendo cada vez más rápido. Tenía razón, mientras el trabajaba y yo estaba sola en casa con Lena a veces estaba tan caliente que me tenía que masturbar pensando en el, pero siempre era mejor cuando el me hacía el amor.

-Me voy a correr, Ezra.- Le dije abrazándolo.

-Córrete, mi niña.- Y así lo hice. Exploté al rededor de su polla que aún estaba saliendo y entrando dentro de mi. Escuchaba sus gemidos como si fuera la mejor música que había escuchado. Estaba apunto de correrse.

-Espera.- Dije apartándome de el. Lo tumbé en la cama y bajé hasta su polla metiéndola entera en mi boca.

-Ariaa.- Ezra gemía. Yo seguí moviendo mi cabeza. Le notaba palpitar y estaba segura de que se iba a correr. Unos segundo después, se corrió en mi boca y yo lo tragué todo.

-Dios, Aria.- El dijo levantándome y dándome un beso.

-Me gusta cuando me dices cosas sucias.- Le dije.

-A mi también cuando las dices tu.- Me sonrió.


Después de haber hecho el amor otras 2 veces por fin bajamos a comer algo a la cocina. Me fijé y todo estaba lleno de trastos de los niños.

-Tenemos que recoger toda la casa.- Dije.

-Un poco al menos. Los chicos sacan muchos trastos.- Le dije.

-Son niños.- Sonreí.

-¿Quieres tener más niños?- El me preguntó.

-Claro, a lo mejor uno o dos más. Pero ahora no, quiero recuperarme de mi primer parto.- Le dije besándolo.

-Te amo tanto.- El me abrazó.

-Yo más.- Le susurré.

-No lo creo.- El me contestó. Ambos nos sentamos en la mesa a comer algo de comida que había sobrado anoche ya que estábamos muertos de hambre por todo el sexo que habíamos tenido desde que se fueron los niños.

-Echo de menos a Lena y a Eddie.- Dije.

-Si, yo también. La casa está muy vacia sin ellos ¿verdad?- El me contestó.

-Si y muy silenciosa.- Le dije,

-Bueno, no era tan silenciosa hace unos momentos.- El me sonrió.

-Te gusta cuando grito mientras me follas.- Le sonreí.

-Posiblemente.

Después de haber comido nos pusimos a recoger la casa para cuando llegaran los niños.


-¡Mami, estamos en casa!- Gritó Eddie cuando entraron.

-Hola, mis bebés.- Dije saliendo del salón.

-Mami, ya no soy un bebé. Tengo casi 5 años.- Dijo Eddie sonriendo.

-Pero para mi, sigues siendo un bebé.- Dije cogiéndole en brazos y dándole un abrazo.

4 años después.


-Mami, no quiero ir al cole.- Lena dijo entrando en nuestra habitación. Ezra y yo estábamos cambiando de ropa para llevar a los niños al colegio y después irnos al trabajo. Ezra trabajaba como profesor en una universidad y yo trabajaba de profesora en un instituto cerca de su universidad. La verdad que estudiar en la universidad mientras cuidabas de dos niños era difícil. Pero tenía a mi familia y a Ezra que siempre me ayudaban mucho.

-Cariño, sabes que no va a pasar nada y que vas a conocer a muchos niños con los que jugar.- Le dijo Ezra.

-¿Y si no encuentro ninguno?- Preguntó ella.

-Ya verás como si. Eres demasiado guapa y lista.- El dijo cogiéndola en brazos.

-Hola.- Dijo Eddie entrando en nuestra habitación.

-Hola, Ed.- Dije dándole un beso en la frente.- A que ir a clase es guay.- Le dije para intentar calmar a Lena.

-Lo es. Aun que no me gustan las matemáticas.- El dijo.

-¿Ves Lena?- Ezra dijo.

-Está bien.- Ella dijo agachando la cabeza.

Cuando salimos de casa los dos se sentaron en sus sillas para el coche y Ezra condujo hasta el colegio.

-Portaros bien chicos, ¿vale?- Dijimos dándolos un beso.

-¿Cuando vais a venir?- Preguntó Lena.

-A las 4 estaremos aquí. Pásatelo muy bien, princesa.- Dijo Ezra cogiéndola en brazos.

-Te quiero, papi.- Ella le contestó.

-Venga, es hora de irse.- Dije dando dos besos a cada uno de mis hijos. Ellos se marcharon y Ezra y yo nos abrazamos mientras veíamos como se metían en el cole.


Eddie POV


Mientras estaba en el recreo vi a Lena jugar con dos niñas en la arena cuando un niño se acercó a ella y le empujó haciéndola caer al suelo. Corrí hasta el niño y le empujé.

-Como vuelvas a pegar a mi hermana te voy a pegar.- Le dije. El niño salió corriendo de allí y yo corrí a mi hermana que estaba sentada en el suelo llorando.- ¿Estás bien?- La pregunté.

-Me duele el pie.- Dijo ella.- Quiero ir con papi y mami.- Me dijo.

-Ven, vamos a ver a una profesora.- Dije cogiéndola en brazos.

-¿Qué ha pasado, Lena?- Preguntó su profesora cuando me vio con ella en brazos.

-Noel me ha empujado y me he caído.- Ella explicó llorando de nuevo.- Quiero que mi papi venga para darme un beso y que me cure.- Ella lloró.

-Pero papi ahora está trabajando.- Dijo la profe.

-¿Quieres que pruebe yo a darte un beso en el pie a ver si se te cura?- Le pregunté.

-Vale.- Ella dijo enjuagándose las lágrimas. Le di un beso y ella me sonrió.

-Eddie, eres un superhéroe como papi.- Ella dijo riéndose y abrazándome.

La ayudé a bajar de la mesa a la que le habíamos subido y la acompañé donde estaban sus amigas esperando.

Cuando fui a volver con mis amigos algo detrás de la valla me llamó la atención. Era un hombre que me sonaba mucho. Me acerqué a el.

-Hola, Eddie.- El me dijo sonriendo.- ¿Como está tu madre?- Me preguntó. Entonces me acordé de quien era y salí corriendo de allí.




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