Capítulo 2

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Luego de un largo día, vuelvo a casa con intención de pegarme una larga ducha y hacer, ya saben, estos típicos rituales para el estrés. Salí de la ducha y me envolví en una toalla para pasar a mi cuarto. Me vestí con una pijama de piña -sí, súper original mi vestimenta- y bajé a la cocina a hablar con Regina. Ella estaba leyendo su teléfono y sabía que estaba pensando en lo que hablamos en la mañana.

-Nani, lo he pensado ya. Creo que sí es posible que Emma venga con nosotros. Entiendo que tiene que pasar tiempo contigo. Solo te pido que tenga distancia conmigo -hago una pausa y miro sus ojos emocionados- digo, para que nos nos llevemos mal en casa.

Regina procede a abrazarme y agradecerme. Aunque mis padres ya le habían dado luz verde, ella simplemente me pregunta a mí. Al menos hay una persona que me toma en cuenta para lo que quiero. Definitivamente no iba a ser una convivencia fácil, pero de eso se trata la vida. ¿No es así?

Subo las escaleras y me dispongo a dormir, o bueno, intentar dormir, ya que mañana será un largo día.

***

Tal vez, pero solo tal vez, la que esté ubicada mal en este mundo soy yo. Tal vez este lugar es para mí. Tal vez, estoy mejor sola. Tal vez, no soy linda y por eso me tratan mal. Muchos tal veces. Aunque vamos, sé que soy linda.

¿Hay algo bueno? No, nada. Como siempre. Tal vez debería irme de excursión sola o a un campamento, ya que sabemos que nadie me va a extrañar. Bajé a la cocina —ya que tenía hambre—encontrándome con Regina. Ella me sonrió y yo le devolví la sonrisa. Me senté en el mesón con una carita de manipulación.

— ¿Qué pasa, querida? —Me preguntó. La verdad, no sé que haría sin ella– ¿Qué se te apetece? -Dice Regina y empieza a ir a la alacena para ver que voy a responder. La abre y yo miro que hay para decidir.

—Tostadas con Nutella y banana, por favor —dije. Aunque no tenga un régimen de alimentación o dieta, me considero muy atractiva. Soy blanca, pelo castaño oscuro, de 1.70 de altura, tengo buen cuerpo, nariz fina, labios rellenos y unas pestañas muy pobladas.

Regina comienza a prepararme mi snack mientras yo veo mis redes sociales. Un poco más de lo mismo. Chismes míos, fotos de Emma siendo la popular en la escuela. Pero hay algo que me llama la atención y son unos chicos que nunca los he visto en ella. Puede que sea solo una coincidencia o sean amigos de chicos de allí. Parecen reservados.

¿Qué pasa con Emma? Se preguntarán. Ella se porta bien conmigo en la casa, pero en la escuela es una hipócrita. A mí me da mucha rabia ese tipo de personas, pero me abstengo de opinar o de  hacer algo que al final, me pueda perjudicar. Uno nunca sabe con quién se enfrenta. Si tan solo dijera su pequeño secreto, me refiero que vive en mi casa, porque mis padres le pagan el salario a su madre y está becada en mi escuela, pues todo sería diferente, ¿no?

Mis padres...

Mis padres volvían esta tarde de Italia, así es, "viaje de negocios". A menos que en ese viaje, implique que hagan un hermanito. Que espero y no, porque pobrecito lo que tendría que vivir el pequeño.

¿Qué? Es la verdad.

***

Escuché como la puerta principal se abría. Llegaron. Bien, ya es hora de hablar con ellos. O intentar hacerlo. Me puse mis zapatos y me acomodé la ropa para verlos. Bajé las escaleras y los encontré dejando las maletas en la sala. Carraspeé para llamar su atención, algo que claramente sí funcionó.

—Hija...—Comenzó mi padre. George Pierce, un hombre de negocios. Inversionista y apasionado por las apuestas. Tenía ojos verdes, barba, canas en su cabello. Mi padre era un alto. Tenía un semblante serio. A cualquier persona le daría miedo verlo.

—Avalon — Lo corregí. Prefiero que me digan por mi nombre a que me digan hija. Y es verdad. No soy una hija para ellos, ya que nunca están en mis cumpleaños ni en mi día a día. En las navidades me envían con mis primas a otro país. Sé que soy una carga para ellos.

—Avalon —Se corrigió —¿Cómo has estado, cariño? -me pregunta sin despegar su mirada del teléfono y continúa hasta la sala. Yo empiezo a bajar las escaleras.

—Bien, sin atención de mis padres, mis compañeros me tratan mal, no tengo amigos. Sí...yo creo que estoy bien —Dije moviendo las manos quitándole importancia a lo que acabo de decir y finalizó mi bajada.

—¡Qué bien! Tenemos que ir a trabajar ahora —Dijo mamá con una sonrisa fingida. Volteo los ojos y sigo la caminata de mi madre. Ambos están en la sala ahora sin mirarme. Comienzan a hablar entre ellos y los interrumpo.

— Pero, ¿no se les olvida algo?—dije elevando un poco la voz y pasando mi peso de una pierna a otra. Cruzo los brazos. Se levantaron y se miraron entre ambos. Mi padre alza los hombros.

—No cariño, nada —Dijo mi padre y ya caminaban para ir a la puerta. La abrieron y salieron.

—Sí, mi cumpleaños, otra vez —Susurré y me senté en la escalera. A veces, quisiera desaparecer y nunca volver. ¿Quién sabrá mi cumpleaños? Nadie. Estoy sola, pero este día, nadie me lo va a arruinar, es decir, cumplo 17 años.

Fui a mi habitación decidida a salir, así que me duché, me cambié y me puse un vestido negro ajustado con unos tacones rojos no tan grandes, me maquillé y arreglé mi cabello.

Yo, Avalon Pierce, iré a un club.

***

No sé cuánto había tomado, pero no quería parar. Eran casi las 3:00 am y de seguro mis padres no saben ni en donde estoy. Tomaba todo lo que pasaba en el club. ¿Qué si me podían drogar? Por supuesto. ¿Qué estaba siendo irresponsable? También. Pero qué carajos. Era mi cumpleaños y estaba sola. Me acerqué a la pista de baile y comencé a moverme de manera muy sensual. Sé que tenía miradas. Una persona me agarra de la cintura y siento su olor a Tequila.

—Preciosa, ¿quieres bailar? — Me preguntó un chico muy apuesto. Alto, cuerpo tonificado, cabello negro y piel blanca.

—Sí —Él sonrió y me tomó de la cintura. No debo negar que bailaba muy bien. Tenía muchas vibras de latino. Bailamos tres canciones sin parar, mientras él me decía cosas al oído y yo me reía incómoda. Sentí que alguien me vigilaba, pero no le tomé importancia, sobre todo porque tenía muchos tragos encima y podía ser mi imaginación. Llegó la canción lenta. Me cogió más de la cintura y me apretó junto a él. Sus ojos miraron hacia los labios y yo hice lo mismo. Antes de que fuera a besarme, me separé y salí de ese lugar.

¿Qué iba a hacer? ¿Besarme para luego irnos a su casa a coger?

Ni loca.

Caminé hasta mi casa, sí, caminé. Cuando llegue, abrí la puerta y vi a mi madre enojada. Genial. Aquí vamos en 3, 2, 1.

—¡Avalon! ¿¡Dónde estabas!? — gritó levantándose del sillón y tirando el libro que estaba leyendo hace pocos minutos.

— Sh, mamá. Me duele la cabeza - le hago gesto para que baje la voz

-Avalon, estás tomada. No tienes edad -dice y la interrumpo.

-¿Ahora te interesa? —pregunté y torcí los ojos. Es irónico e hipócrita por parte de ella cuando ni sabe cuándo cumple su hija. Me comienzo a quitar los zapatos y hago como si fuera a subir las escaleras.Ella me toma del brazo y me mira.

— Siempre me ha interesado, eres mi hija. -dice y por un segundo le creo. Luego recuerdo que no se acordaron de mi cumpleaños.

—Soy tu hija, lastimosamente, ya que ni mi cumpleaños sabes —dije

— ¿De qué hablas? Tu cumpleaños es en un mes —Mamá miró al piso con confusión.

Reí sin poder creerlo.

— ¡Me harte! ¡Yo cumplí ayer! ¡Ni un feliz cumpleaños, sino "me tengo que ir a trabajar"! — dije —Pues les diré algo, se acaban de ganar mi odio por completo.

Y con eso subí a mi habitación, a llorar, como siempre. Un ciclo sin final.

Our bloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora