Capítulo 7

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Fue real.

Ni un sueño, pero sí una pesadilla.

Tengo miedo. Mucho. 

Le conté a Emma cada detalle de lo que sucedió. Ella me escuchó sin decir una sola palabra, pero tenía cara de pocos amigos. Yo le mostré mis marcas en los brazos que dejaron de ser rojas, para ser moradas. 

—Avalon, creo que fue un sueño —dijo Emma—. Estás completamente loca. —abrí mis ojos como platos. No puedo creer que después de todo lo que le estaba contando y mostrando se atreviera a dudar de mí.

—¿Crees que lo inventé?— me levanté furiosa de su cama, es decir, le cuento algo y ella me trata como loca. No es lo que en definitiva necesitaba. Me faltaba que salieron humo por mis oídos. No estoy siendo exagerada ni dramática. 

— No, solo digo que seguro que lo soñaste — Dijo. De manera inmediata, me fui de su habitación dando un portazo.

Le conté a Emma todo lo que pasó, ella me escuchó atentamente, pero no me creyó. Yo nunca digo mentiras, cuando digo nunca es NUNCA. O bueno, casi nunca. Decir mentira es sinónimo de ser como mis padres y eso es lo que menos deseo o inclusive como las personas de la escuela. 

Entré a mi cuarto y decidí quedarme viendo a la ventana que hace días se había abierto. 

***

Me tocaba dibujo.

Genial, mi materia favorita. (No es mi materia favorita, ni en broma) Me gusta más literatura y ciencias. 

Entré al salón y me senté en mi puesto. La maestra dio el saludo y todos les respondimos. Saqué mis pinturas, pinceles y todo lo que iba a necesitar en esta clase.

— Bueno clase, viene uno de los chicos nuevos. Señor, usted se llama...—dijo. Era Jacob, no podía creerlo. Él ignoró a la maestra, se sentó frente a mí, sin quitar la mirada de mí.—Bueno, continuemos.

Y así siguió la clase. Jacob me miraba y yo lo miraba. Pareciera que lo demás en ese momento no existía. Era un sentimiento raro. En sus ojos veía duda e incertidumbre. Teníamos dibujo libre, Cuando yo terminé, vi que yo había dibujado a una persona. Y no cualquier persona. Era Jacob.

¿Qué?

Lo había dibujado a él.

La maestra cogió mi dibujo.

—¡No! — grité tratando de volver a coger mi dibujo, pero ya era demasiado tarde. 

Ella comenzó a mostrar mi dibujo, diciendo que era perfecto y que tenían que tomar ejemplo de el mío. Sobretodo en los perfiles del rostros y en la sombra iluminada por las mejillas. Sentí mis mejillas tornarse rojas. 

Odio dibujo, ahora. Avalon, si saltas por la ventana, ya nadie te vería.

Jacob comenzó a mirarme con furia. Se levantó de su lugar y se fue. No sé porqué lo hice, pero fui tras de él.

— ¡Oye! — Grité. Él no me miró, pero se detuvo. Miró sobre su hombro. Genial y ¿ahora qué digo? 

Jacob ese día usaba una camisa que se ajustaba a la perfección su marcado torso. Además que lucían sus brazos musculosos al aire. Tenía un jean que ajustaban sus piernas y también sus nalgas. Jacob definitivamente quería matarme. 

Esperen. ¿Él no debería usar uniforme también?

— ¿Qué quieres? — Respondió frío sacándome de mis pensamientos. Me rasqué la cabeza por esos pensamientos que atravesaban mi mente.

— Em...yo...¿te molesta que te hubiese dibujado? —¡Estúpidaaaaaa! Es que no puedo ser más estúpida. 

Dios mío ya llévame mejor contigo. No soy tu mejor guerrera pero soy humilde. 

Rió. Qué hermosa risa. Se le formaban pequeños hoyuelos en sus mejillas y unas pequeñas arrugas también. Respiraba de una manera tan profunda y sus labios eran completamente rosados. Era perfecto. 

— No, para nada. —me respondió Jacob mientras se volteaba y se cruzaba de brazos. Vi cómo lamió sus labios y mi mirada se volvió a perder en ellos.

— ¿Entonces? ¿Por qué te saliste así? — Pregunté y movía mi cabeza en busca de sus ojos, pero fue en vano.

— No te importa — dijo, dio media vuelta y se fue. Comencé a caminar detrás de él. No sé la razón por la que lo hice, pero lo hice. Había algo en él que me llamaba la atención — ¿Por qué me estás siguiendo? 

Habíamos salido de la escuela pero no estábamos lejos. Estábamos caminando en un pasillo que hay en la calle. Miré hacia atrás y me choqué contra su cuerpo que me miraba fijamente. 

—Te he preguntado algo — dijo Jacob. Agachó su cabeza para quedar enfrente de la mía. Yo me mordí el labio por el nervio. ¿Qué hacía allí? 

— La verdad no he quedado satisfecha con tu manera de contestarme, Jacob. — dije segura.  Toqué su pecho para que se alejara de mí y él me miró la mano. En cuestión de segundos, Jacob me estaba acorralando en la pared del pasillo.

Se acercó a mi oído, lo cual hizo que se me erizara la piel y también mis pezones.

 —No me toques, nena — dijo—. Te lo recomiendo. —Sentí que lamió sus labios cerca de mi ojera. 

Las piernas me temblaban y no era justamente por los nervios. Volví a tocar su pecho para que se alejara de mí. Él miró mi mano y se echó para atrás. Yo seguía clavada en sus ojos.

— Lo digo en serio, Avalon — dijo y se rascó el cabello. Al menos se sabía mi nombre. Se dio media vuelta, pero no sin antes decir—. La próxima vez no podré controlarme.  

¿Pero qué?


Our bloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora