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-¡Bájame! ¡Que me bajes maldición! - Grité, sentía mi rostro arder de la vergüenza bajo la sorprendida mirada de todos en el barco.

El alfa no obedeció y entró a una habitación, sentí como mi cuerpo era depositado abruptamente sobre la superficie de la cama.

-¡Ouch! - Me queje, escuche como él ponía pestillo a la puerta - ¿Qué demonios haces?

-Escúchame - Calle enseguida ante esa voz llena de poder - No puedes quedarte cerca mío. ¿Entiendes?

No respondí, era claro que él también había sentido la conexión entre nosotros.

-Soy un maldito mafioso, estar conmigo solo traerá problemas a tu vida. Quédate a salvo - Sus ojos brillaron en preocupación - Necesito que seas un buen omega y te alejes.

Instintivamente baje la mirada, ¿Acaso me estaba pidiendo, no, ordenando ignorar el lazo y alejarme?

-Sabes lo que pasaría... - Comencé con voz temblorosa, odiaba esta faceta de ser un omega.

-Morirás si te quedas a mi lado. No te quiero a mi lado - Dijo con determinación.

-Entonces moriré de todas maneras, no importa lo que escoja - Trague el nudo en mi garganta y deje que mi herido orgullo tomará el control - No rogare a ningún maldito alfa, a nadie. Pero tampoco me busques tú. Yo me valgo por mi mismo.

Me puse de pie y lo empujé fuera del camino para poder salir de la habitación, los cachorros corrieron a interceptarme y rodearme con sus pequeños brazos.

-¿Hey cachorros qué pasa? - Acaricie su cabello.

-Estás triste - Señaló el mayor de los pequeños.

-Oh no es nada, todo estará bien. Volverán con sus familias.

Todos sonrieron al escuchar eso, Che se acercó para preguntar si estaba bien. Asentí vagamente mientras la mirada de Tay trataba de darme consuelo, él se había dado cuenta.

-Lo lamentó - Me susurro acercándose.

-Yo también - Sonreí como siempre lo hacía, después de todo. ¿Qué mejor forma de ocultar el dolor que sonriendo?

.

El resto del viaje pasó sin inconvenientes, el alfa no había salido de su habitación, incluso cuando arribamos él no salió.

Pete y otro guardaespaldas llamado Pol nos instruyeron sobre qué decir a la policía cuando nos dejaron en la estación.

Los cachorros y Che no hablaron mucho, fingiendo llorar desconsoladamente y dando vagos detalles sobre el secuestro. Yo seguí lo que Pete había dicho, decir que una red de trata de omegas en el puerto nos había secuestrado, también mencione a la policía.

A ese guardia corrupto  que había visto en el puerto, toda la estación y la media fue un revuelo ante la mención de corrupción entre los oficiales de policía. Tanto así que habían olvidado divagar en detalles sobre cómo habíamos escapado.

Las familias de los cachorros llegaron y hubo un  emotivo reencuentro. Antes de irse con sus respectivas familias, los pequeños se me acercaron para abrazarme y susurrarme al oído.

-Por favor espérennos, creceremos y nos uniremos a La Triada para poder cuidarlo.

La decisión en los ojos de los pequeños no me dejó dudas de sus palabras.

Como al inicio, solo quedamos Che y yo. Salimos de la estación, escabulléndonos entre el gentío de reporteros y policías tratando de explicar o justificar sus acciones al indignado público.

La TríadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora