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-Omega de La Triada, ahorrarnos el trabajo y ven con nosotros - Dijo uno de los alfas frente a mi.

-Solo me llevaran muerto - Respondí con voz seca, los alfas rieron divertidos.

-Tu lo pediste - Sus movimientos se detuvieron cuando vieron como desabotonaba mi camisa y sacaba mis pantalones - Bueno, no dijeron nada sobre no darle una probada.

-¡Oye! ¿Qué haces? - Dos de los alfas detuvieron a su compañero antes de que se me acercara.

-Él lo está pidiendo, se desnudo por sí mismo - Se excusó el desgraciado. Reí cuando la atención de los tres se concentró en mi desnudez - Pequeña zorra, en verdad lo quieres, ¿Verdad?

-Antes, Podrían hacer algo por mi - Baje el tono de mi voz, sonreí satisfecho al verlos asentir - Saluden al diablo de mi parte - Disfruté de sus confundidas miradas antes de convertirme en lobo y abalanzarme contra ellos, sin darles siquiera la oportunidad de defenderse o reaccionar.

Volví a mi forma humana y me vestí rápidamente, lave la sangre de mis manos y enjuague mi rostro. Mi omega exigía salir del lugar, apestaba a sangre.

Salí discretamente del baño, asome la cabeza buscando algún rostro familiar. Pero todos habían desaparecido, seguramente atraídos por la música lenta que se escuchaba de fondo. Me dirigí a un desolado pasillo, esperanzado a encontrar la salida.

-Aquí estas - Antes de ser capaz de voltear para identificar a quien habia hablado, mi rostro habia sido cubierto por un saco negro, y mi cuerpo era arrastrado por el pasillo hacía, Buda sabe donde.


.


-¿Era necesaria la bolsa?

-Acaba de asesinar a tres alfas, no soy tan idiota como para dejar que me ataque.

Escuché dos voces de fondo discutiendo, el timbre de voz misteriosamente no me causaba terror o pánico, solo estaba ahí. Tranquilo, sentado en una superficie suave, una cama supongo. Esperando a que mis captores decidieron por fin revelar su identidad.

-Bonito...

-Vegas quítame esto - Ordene, el aroma a Eucalipto y menta no podía producir ningún mal sentimiento, solo paz y seguridad.

-Si, lo siento - Los pasos se acercaron a mí y me quitaron el saco. Cerré los ojos acostumbrándome a la luz de la habitación, la silueta de Kim entró en mi campo de visión unos momentos después.

-¿No pudieron simplemente llamarme? - Ambos alfas intercambiaron miradas y negaron.

-Tu omega estaba alterado, nos atacarías.

Les di la razon.

-¿Qué es lo que está pasando? ¿Por qué estoy aquí? - Kim suspiró y tomó asiento en un sofá, mientras Vegas se sentaba a mi lado.

-No hay omegas en la triada - Comenzó Kim - Nunca sobreviven, acabas de ser anunciado como el omega de Kinn y ya intentaron matarte.

-Esta es la tercera vez - aclaró Vegas.

-Mi madre, la tía Honey, la abuela... Todos los omegas de esta familia mueren por "extrañas razones" y ahora tú y...

-Porchay - Kim asintió, su rostro lucía cansado como si el pobre alfa no hubiera dormido en días.

-No he dormido nada - El alfa pareció leer mis pensamientos - Lleve a Porchay a mi habitación desde que lo vi en la mansión, no puedo cerrar los ojos. Tengo miedo de que cuando despierte el ya no esté ahí...

-¿Estas diciendo, que hay alguien asesinando a los omegas de la triada? - Ambos asintieron - Ahora seguimos Porchay y yo...

-Nadie sabe de él - Me aseguro Vegas - Mientras Kim se aleje de él, no correrá peligro.

La TríadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora