Su padre la estaba obligando a casarse y Kohaku aún no podía creerlo por completo.
Ella pensó que, con aquella discusión, en donde gritos sólo se podían escuchar, el acuerdo nupcial acabaría. Pero sin importar que Kohaku había sido testigo del acto adultero y además de haber mostrado las evidencias que le atribuían su irrespetuosidad moral, su padre aún persistía con la idea de continuar con la boda.
Kohaku estaba confundida y a la vez decepcionada. ¿Por qué su padre le hacía eso? Tal vez la respuesta la tenía, es más, lo sabía, solo que no quería aceptarlo. Porque era muy simple: su hermana.
En la discusión, ciertamente el hecho de que uno de los vizcondes del imperio estuviera envuelto en un escándalo era muy perjudicial para su familia si todo salía a la luz. Por lo que, en su desesperación, Mozu optó en hacer un trató con Kokuyo, en donde logró convencerlo para que la boda continuará a costa de garantizar la mejor atención médica para su hija mayor.
Kokuyo al tener conocimiento del inmenso amor que Kohaku le tiene a su hermana mayor accedió sin problema alguno, asumiendo que ella se molestaría un poco, pero aceptaría, quizás estarían peleados, pero con el tiempo lo perdonaría.
Él confiaba en eso.
Y si, así fue. Kohaku volvió a aceptar, la convencieron de que eso era lo mejor para la familia, y Mozu se comprometió a cambiar su actitud. Ella solo solicitaba respeto, el amor era una fantasía que no servía para nada, eso era lo que pensaba.
Sin embargo, días antes de que el acto matrimonial se realizará, la condesa se enteró que el muy imbécil de su futuro marido no cambió en lo absoluto, faltó a su promesa y lo peor fue que la garantía que este había hecho con su padre era falsa. De hecho, Mozu nunca tuvo la intención de ayudar a quien sería su cuñada, sino todo lo contrario. Pues su plan consistía en fingir apoyarla un tiempo y luego matarla para librarse de ella y así, quedarse con Kohaku...y con la cierta cantidad de dinero que venía de su familia.
Sus amigas tenían razón, Mozu no valía la pena por más rico que fuese, y no importaba cuanto ella quisiese que cambiará por conveniencia, no tenía caso seguir intentado algo que desde un principio fue inexistente.
La última conversación que tuvo con su padre fue devastadora, pues este aún no lograba aceptar lo que estaba pasándole, no le creía a su hija y aun persistía con la idea del matrimonio.
Fue por eso que Kohaku lo abandonó todo y escapó, harta de todo, no sin antes hablar con su hermana y entregarle todo el dinero que ella había ahorrado a causa del trabajo que tenía como asistente en una editorial, así Ruri pudiera tener un mejor trato médico. Le prometió que le enviaría más luego, la crisis económica que su familia pasaba no ayudaba, pero Kohaku se las arreglaría, no sabía cómo, pero se las arreglaría.
Pero lo que uno piensa no siempre se realiza muchas veces y ante la falta de trabajo, porque ya no tenía influencia ante su falta de título (el cual su padre le quitó, desheredándola por completo) no pudo conseguir casi nada que digamos. Apenas podía mantenerse.
Si, Estaba en serios problemas de hecho.
Sin embargo, una mañana mientras miraba las pocas monedas que le quedaba, el peso de lo difícil que es la vida la hizo sentir devastada ¿ahora que se supone que haría? Y como si la vida misma le hubiera dado una respuesta o una señal, mientras caminaba por las calles, el joven que repartía periódicos en bicicleta dejó caer uno de todos los papeles que llevaba.
Kohaku lo juntó al ver tal acto, gritó y corrió tras él tratando de devolver el periódico, pero no pudo al final. Suspiró, no sabía que hacer ¿buscar a aquel muchacho? Quizás.
ESTÁS LEYENDO
Pequeñas Historias
FanfictionHistorias cortas que nuestro ship favorito, espero que lo disfruten