Chica de nieve

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Sentado en el rincón de su habitación, un joven suspiraba observando pensativo la ventana: nunca se había sentido tan frustrado al no poder encontrar el tema central de su próxima investigación.

Muchos meses habían pasado desde su última publicación, las inmensas y grandes ideas e innovaciones sobre la ciencia eran muchas, pero por alguna, había algo que no lo dejaba siquiera plasmarlo en papel.

Tanto él como a su viejo y querido padre les empezaba a afectar aquello, este último, preocupado con que su hijo, se perdiera. El Ishigami mayor había tratado de ayudarlo, aconsejándolo que a lo mejor necesitaba un descanso, aunque sea breve. Sin embargo, el joven de cabello raros era persistente, después de todo, para él, cada segundo era muy importante.

La ciencia no iba a parar y él tampoco.

Había muchos niños jugando en la nieve aquel día, al mayor le resultaba duro aceptar que ninguno fuera su hijo. Su vida social le preocupaba, pues, desde hace un par de meses,  Senku empezó a evitar las reuniones y salidas con sus amigos, Taiju y Yuzuriha.

El anciano fue a sacar la basura, y por cansancio, se detuvo. Luego, mientras oía a los niños reírse y batir palmas, bailando alegremente alrededor del muñeco de nieve que acababan de hacer, a través del balcón, empezó a recordar aquellos dulces primeros años de vida de su hijo.

No pudo evitar sonreír ante ello, sin embargo, una voz lo devolvió a la realidad.

― señor Ishigami ¿Cómo está? ― se trataba de uno de sus vecinos, quien acaban de llegar junto a otros ― Ven a ver el muñeco que han hecho los niños ― lo invitaron, conociendo muy bien el amor que este le tenía a los pequeños, lo cual a muchos era una pena ya que el suyo ya había crecido.

Byakuya sabia sus intenciones, y mientras bajaba, sonrió al ver cuánto se divertían los niños. Sin embargo, de repente, el anciano volvió hacia su casa, con una brillante idea.

― ¡Senku! ― entró a su departamento gritando con entusiasmo en dirección a la habitación de su hijo ― ¡nosotros también podemos hacer un muñequito de nieve.

Senku solo se le quedó observando en cuanto abrió su puerta, para nada de entusiasmo.

― viejo ¿pero que dices? ¿Qué dirían los vecinos? Se burlarían de nosotros, seríamos el hazmerreír del pueblo. Ya somos demasiado viejos para jugar como niños ¿no lo crees?.

― pero hijo, Sólo será un momento, solamente un muñeco pequeñín. Yo me ocuparé de que nadie nos vea.

― De acuerdo, de acuerdo ― dijo él ― haremos lo que quieras, viejo... como siempre.

Dicho esto, byakuya dio un salto antes de ir por el abrigo de Senku y salir. Estuvieron jugando un momento con los niños, aunque más el mayor mientras Senku solo los observaba. Después de un rato, uno de los niños por accidente lanzó su pelota muy alto y Byakuya se ofreció ir a buscarla.

Avanzó con dificultad por la nieve amontonada en el suelo hasta llegar a un bosquecillo que estaba cerca; y, detrás de él, por seguridad, su hijo lo seguía, en pasos más lentos claro.

Y allí, donde la nieve era más blanca y hermosa, en donde nadie podía verlos, buscaron el juguete. Pero una idea loca cruzó por la mente del mayor, quien de repente se puso a armar un muñeco de nieve.

Se empeñó en que debía ser perfecto, casi el mismo tamaño de su hijo. Mientas Senku aun buscaba la pelota para volver lo antes posible, arrodillado en la nieve, su padre comenzó a moldear el cuerpo del muñeco de nieve en un abrir y cerrar de ojos.

― ¡y listo! ― Ni bien estuvo terminado, Byakuya retrocedió para mirarlo, sonriendo como si fuera un niño. ― ¿es muy bonita, verdad, Senku?

No era un muñeco de nieves, sino una muñeca, lo cual a Senku le pareció ridículo, sabiendo muy bien de lo que se trataba: del deseo de su padre de que llegara un día en el que le presentara a su novia.

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⏰ Última actualización: Jun 12, 2023 ⏰

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