#11 + UN HERMOSO Y LOCO ACTO +

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#11 +  UN HERMOSO Y LOCO ACTO +



Sonreí al atender mi último cliente, al parecer trabajar no era tan difícil como muchos lo decían. Hoy había sido mi segundo día de trabajo. Ayer después de salir de la casa de Aslan, Charlie me llamó para recordarme el nuevo empleo que habíamos adquirido y que como ya habíamos faltado el día lunes no podíamos faltar ya que nos lo quitarían. El día de ayer no había sido tan difícil, Charlie se había encargado de atender el pequeño minisuper y yo de acomodar algunas cosas y todo había ido excelente. Hoy habían sido las cosas al revés y a mi me había tocado atender a los clientes, al parecer tenía un gran don de la venta ya que casi había terminado con toda la tienda.

—Barbie en 5 minutos termina nuestro horario y seremos libres de esclavitud, aunque no se porque lo hacemos si después de como te bateó Aslan lo menos que quisieras es verlo.

Le hice mala cara viendo dijo eso y Charlie alzó las manos en rendición.

—Se que no me quiere ver pero tengo que seguir intentando, además vendí todo y te gané. —cambié de tema y Charlie abrió los ojos al ver toda la mercancía que había vendido— Admite que te gané Charlie.

—¿Que fue lo que hiciste? —señaló el estante de los sandwiches y me miró— Dime quienes fueron los estúpidos que se llevaron esos sandwiches horribles.

—¡Charlie no digas eso que los clientes te escucharán! —lo reprendí y él negó con la cabeza.

—Pero dime qué hiciste para venderlos.

—No estaban tan mal, además nadie se resiste a llevarse un sándwich por solo $ 5.00 pesos. Cariño si es una ganga.

—¡Qué!...

Su grito me consiguió asustarme que tirará la caja de chocolates y chicles que había en el estante.

—¡Charlie deja de gritar! —exclamé enojada y me agaché a recoger los dulces.

—Bambi dime qué es una broma lo de los sándwiches, dime qué no los vendiste a ese precio.

—¿Por qué te mentiría Charlie?. Si los vendí a ese precio, y los vendí todos por si te diste cuenta.

—Por dios, dime qué los refrescos no los vendiste y que los tienes escondidos. —señaló el refrigerador y yo negué con la cabeza.

—Por supuesto que también los vendí, y en el mismo precio.

Al decirle eso, Charlie se llevó una mano al corazón y fingió que le daba un ataque.

—Charlie dime qué te pasa, déjate de payasadas.

—Me pasa que acabas de hacer la más grande idiotez Barbie de aparador.

—¿Y según tu qué es la gran idiotez? —pregunté molesta, su actitud comenzaba a molestarme.

—Que acabas de regalar las cosas por $ 5.00 pesos cuando realmente costaban $ 50.00 pesos, eso me pasa.

Me quedé congelada y creí que había escuchado mal.

—¿Estas bromeando? —espere a qué se riera de mí pero no pasó.

—No Barbie, no estoy jugando. Ahora dime qué la que juega eres tú y que no diste a ese precio las cosas, dímelo por favor.

—Yo... —ninguna respuesta llegó a mi boca.

—¡Maldita sea Barbie! ¿Y ahora que vamos hacer?...

Charlie se dio la vuelta para salir pero se detuvo cuando vio a la jefa justo frente a la puerta.

—Jefa... ¿Esta usted aquí? —la miró lleno de miedo y después me miró a mi.

100 Días para enamorarloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora