Buenos recuerdos y malos sueños

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Estuve durmiendo durante bastante tiempo, al no poder ver el sol ni las lunas no sabía cuánto había pasado desde que volví. Guido se quedó a mi lado durante todo el tiempo que dormí, vigilando que nada me sucediera, pero no me podía proteger de los sueños.

"Fue un día soleado, apenas habían pasado dos años desde que llegué a la Ciudadela, mi relación con Naia iba mejor, ya vivíamos bajo el mismo techo y nos íbamos de paseo por el tercer y segundo círculo de manera muy frecuente.

— Oye Noctis, ¿nos hacemos un retrato? Hay un hombre que está pintando a las parejas que se lo piden –. Preguntó una Naia que tenía más brillo en los ojos que cualquier cielo.

— ¿Acaso nosotros somos una pareja? – Vi cómo se sonrojaba hasta las orejas y empezaba a farfullar –. Estaba de broma Nana, cuando quieras –. Esa última frase me otorgó un golpe considerable en el brazo al que estaba abrazada.

Nos acercamos al pintor para pedirle el retrato que tanto quería Naia; que terminaron siendo dos ante su insistencia. Uno para ella y otro para un servidor.

— Hacen una pareja preciosa – Nos dio los retratos y nos dijo el precio –. Será una plata en total.

— Por curiosidad, ¿usted utiliza pintura con base de polvo o de huevo?

— De polvo mi buen señor, así mis pinturas son más duraderas. Precisamente por eso mis precios son algo más elevados que los de la mayoría.

— Si ese es el caso, gustoso le daré lo acordado –. Al terminar la frase le ofrecí los seis bronces y continué el paseo con Naia.

— ¿Qué te parece, Noit? ¿No es precioso? Parece que nos hayan capturado en una imagen. Hasta pareces amable.

— Realmente es una pintura muy bella, resalta lo más importante. Tus ojos junto con lo afilada que tienes la lengua.

— Si querías jugar así me lo hubieras dicho – Respondió enfurruñada antes de dedicarse a observar detenidamente el cuadro con ambas manos hasta que dio con algo que no cuadraba –. ¡Han hecho mal tus ojos! No son azules.

— De hecho Nana, ahora mismo sí que lo son. No me interesa que en un rato tranquilo que tenemos se me echen encima todos los soldados que tiene la Ciudadela.

Fue un día apacible, tranquilo y de los más dulces que he tenido hasta el momento.

Entonces cambió radicalmente.

Estaba de rodillas en una sala empedrada, con el cuerpo de Naia entre mis brazos; le había pasado algo, no tenía heridas visibles, pero no respiraba y la tormenta de sus ojos ya se había despejado. Entonces aparecía Guido, encerrado en una esfera blanca sostenida en la mano de alguien que no conocía."

Me desperté gritando.

Historias de un Origen: Las Crónicas del Caos - NoctisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora