Soñé con una vida sesgada e imposible. Soñé con una vida que nunca existió y una paz que nunca me había correspondido. Soñé con sueños y esperanzas. Soñé millares de cosas que nunca pasaron ni pasarán.
Dormí, por no sé cuánto tiempo, y no sé cuántas vidas. Dormí hasta que el dolor y el sufrimiento se redujeron a ser un picor sordo en el fondo de mi corazón. Dormí hasta que Guido tuvo a bien despertarme.
— Noctis, despierta –. Dijo una sombra que arañaba mis labios –. Aún quedan cosas que hacer y sé que no estás muerto.
— Pff, ¿shoy? – Respondí con una mente aún encharcada. Por suerte Guido pareció entenderme y me pudo contestar.
— Feliz año de la Segunda Caída. Hoy empieza un nuevo ciclo. Es solsticio de invierno. – Concluyó dando por contestada mi pregunta.
— ¿Ia essh un nuevo annio? – Seguí preguntando mientras me incorporaba y terminaba de despertarme –. ¿Cuánto he dormido?
— Como mínimo dos meses. ¿Puedes levantarte?
— Claro que puedo – Cuando bajé los pies de la cama no noté la helada mordida del frío en las plantas, a pesar de este terrible pronóstico, traté de ponerme en pie –. Y...a –. Alcancé a decir antes de caer al suelo como un peso muerto.
— ¿Qué pasa? – Una voz familiar resonó desde alguna habitación hasta donde me encontraba derrumbado –. ¿Está todo en orden, Guido?
— No, no lo está. Mi humano es tan inteligente que ahora está desplomado en el suelo como un gusano.
— ¿¡Noctis se ha despertado?! – La voz se materializó en una persona cuyo rostro me resultaba familiar –. ¿Por qué no nos has avisado?
— Acaba de intentar levantarse y se ha caído. No es nada del otro mundo.
— Aún sigo vivo. ¿Me ayudáis a levantarme y a andar hasta que vuelva a sentir las piernas? – Mascullé con el orgullo hundido.
— ¡Claro, ya voy! – El hombre me pasó el brazo por la cintura y tomó el mío para dejarlo en su hombro –. ¿Guido, nos ayudas? – Como respuesta, el gato se tumbó en la cama donde había estado yo originalmente –. Gracias por nada.
— ¿Qué hago aquí? ¿Qué ha pasado? ¿Cómo puedes ver y hablar con Guido? – Ametrallé a mi benefactor mientras avanzábamos hacia una silla.
— Las preguntas de una en una, por favor. Veamos, te trajimos aquí después de la noche de la Caída; cuando te desmayaste, todos nos preocupamos por tu estado, así que te llevamos a una de las casas del segundo círculo, curamos tus heridas y hemos ido haciendo turnos para velarte. Desde que conquistamos la Ciudadela hemos ido renovando leyes, redirigiendo recursos y remodelando todas las aldeas y la capital; actualmente te encuentras en una ciudad más de entre las diez que se están formando en los alrededores, el plan de Caltraz y el resto es conseguir que todas las villas sean iguales y apostar por el progreso – Llegamos a la silla y me ayudó a sentarme, aunque mis piernas se seguían sintiendo como si fueran de trapo –. ¿Agua? – Negué en silencio –. ¿Dónde me había quedado? Ah, ya. Guido acudió a mí después de las primeras dos semanas en las que estuviste fuera de servicio; al final y por insistencia de tu sombra, terminé siendo tu permanente guardián, como en los viejos tiempos –. Concluyó con una sonrisa tan dulce como la de un niño que no ha roto un plato.
— ¿Quién eres? – Aquella era mi última pregunta, era el dato más irrelevante que se me ocurría, y el que no me daría problemas para entender mientras asimilaba todo lo que me acababa de contar.
— Noctis, soy yo; Zeco –. Hizo una pausa para que pudiera asimilarlo.
— Espera. ¿Entonces? Tú. ¿Eh? – Aquella revelación me sorprendió bastante, como queda claro gracias a este brillante despliegue de la léxica.
— No te preocupes, esta vez no estás detenido – Aclaró entre risas –. Bueno, ¿cómo van esas piernas?
— Empiezo a sentir los pies, así que no muy mal. Pero cuéntame, ¿cómo te las apañaste para sobrevivir?
— El día que se llevaron a todos los reclusos excepto a vosotros me marché. Podría decirse que deserté; yo me había unido a la guardia para velar por el bien de la sociedad, no para matar personas. La idea de tener que ejecutar a aquellos prisioneros que tenían una vida, una historia, algunos hasta familia, me repugnaba. Yo no estoy hecho para matar, Noctis – Concluyó con un deje pesaroso –. Así que me marché al lugar del que vine. Una villa que está cerca del mar del sur; poco después la revuelta llegó hasta allí. No participé en ningún lado, pero asistía a los heridos como buenamente podía.
— ¿Cómo volviste? ¿Por qué? – Dejé caer mientras empezaba a mover los dedos de los pies y a sentir los pinchazos a lo largo de las piernas.
— Porque me necesitaban. La Ciudadela se desangraba después de que eliminaras al rey; había un caos que Caltraz intentaba calmar con sus hombres. Por eso volví, convencí a los pocos realistas que quedaban de que era posible una vida sin un rey. Entre Caltraz, el pueblo, los realistas y yo conseguimos una ciudad pacífica y justa; y ahora intentamos que este sistema llegue al resto del mundo.
— Eso es demasiado optimista, puede que sirva en los bosquejos y en el sur, pero olvídate de los Reinos del Oriente – Comenté mientras me ponía de pie –. ¿Me puedes decir dónde hay unos zapatos y dónde está Caltraz? Quiero ver cómo va todo lo que me has contado.
— Claro, los zapatos están en tu habitación, a los pies de tu cama. Y te voy a dar una vuelta turística para que veas la renovada capital.
Me dirigí de nuevo a la habitación para calzarme unos zapatos gastados ante la mirada preocupada de Guido.
— ¿Vas a decirme que te pasa o vas a continuar mirándome como si estuviera muerto? – Le planteé después de ponerme los zapatos.
— No sé cómo decirte esto. Será mejor que lo veas por ti mismo.
— ¿A qué te refieres? – Pregunté, y al parpadear ya volvía a ver con su visión. Entonces me miré y le miré –. ¿Estamos manchados de blanco?
— Así es. Y es terrible, ambos estamos marcados.
— Yo ya lo estaba. Por si no recuerdas, Aria me había marcado hace unos cuantos años.
— Ya no lo estás. Deberías mirarte en un espejo, afeitarte y cortarte esa melena. Pero eso no es lo importante, la marca que Aria te había puesto ya no existe, ahora tenemos otras.
— ¿Cómo que otras?
— Como que tenemos dos. Una de tu amada y otra de Deriny. Una es temporal y la otra es eterna.
— ¿Con eterna te refieres a que es hasta que me muera? – Al escuchar mencionar a Naia mi mente viajó al pasado, hasta llegar al doloroso recuerdo que había enterrado.
— Mucho peor que eso. Con eterno me refiero a que ahora somos inmortales –. Soltó la bomba.
ESTÁS LEYENDO
Historias de un Origen: Las Crónicas del Caos - Noctis
FantasyExistimos en un mundo oscuro y corrupto cuyo veneno se ha ido esparciendo por las distintas poblaciones humanas dispersas por el mundo, haciendo de los más virtuosos seres crueles e impuros. Los dioses nos han abandonado, a los inmortales nunca les...